El sábado 30 de Julio del presente año 2005, en el estadio Cachamay de Ciudad Guayana, recibí la gracia de la naturalización, justamente al año de haberla solicitado, en compañía de 2600 hermanos y hermanas de diversas nacionalidades de origen.

La celebración, llena de sentimiento, de solidaridad, celebración muy esperada. El Sr. Gobernador, el alcalde Clemente Scotto y el director nacional de Onidex, Omar Cabezas, fueron las autoridades que presidieron el acto. Al terminar la juramentación, se abrió el operativo para conseguir la cédula, con mucho orden y rapidez conseguí la C.I. venezolana, nº 24.963.520. Y desde entonces no he cesado de enseñársela a la gente. Soy venezolano.

"Ustedes son esa fuerza moral para defender al país" Ustedes son la reserva, compatriotas, contamos con ustedes" nos convocaba el Gobernador en el momento de ser juramentados. Y así lo asumo, integrando el mucho sufrimiento que a lo largo de estos 28 años he podido sentir en mi vida de testigo cercano.

He buscado esta nacionalización en la memoria de tantos caminos recorridos en el tiempo vivido en Venezuela con la esperanza de que nunca más se repitan las masacres contra los hijos del pueblo, los muertos antes de tiempo, los jóvenes abandonados, los que viven el hoy sin mañana. Muchos de estos muchachos se cruzaron en mi vida y fueron -siguen siendo- esa espada de doble filo como la Palabra de Dios que cuestiona.

He optado desde el amor y la solidaridad por este pueblo tantas veces perseguido en los hombres y familias de los campesinos de Palo Quemao, Yaracuy, cuando acudían a Petare buscando ayuda. Les rociaban veneno de latifundista los sembradíos de esperanza, perseguían a los hombres del campo, los torturaban y amenazaban de muerte. Buscaron y encontraron consuelo en aquella iglesia tan solidaria y sensible al sufrimiento del pueblo. Hasta nosotros llegaron los sobrevivientes de El Amparo cuando nos contaron la verdad de los hechos y les creímos. "Eran guerrilleros del ELN colombiano" vociferaban Lusinchi y Camejo Arias, engañando al pueblo con su versión de mentira.

La Venezuela que rompe el silencio y sale a la calle a buscar la comida de los hijos, escondida por la usura del capital. Subieron las santamarías de rejas y ocultamiento y fueron baleados por fal asesino. Nunca sabremos las víctimas del 27 y 28 de Febrero del 89 porque en la noche los camiones de Savenpe escondían en fosas comunes los cadáveres, testigos silenciosos de una matanza oficial. Este pueblo masacrado que resucita en las organizaciones de conciencia y dignidad. Por esos años nacía JUSTICIA Y Paz DE PETARE. COFAVIC nace en la escalera de Mesura, cuando el espíritu de los abaleados en la calle vagaba en llanto y abandono.

LA RED DE APOYO POR LA JUSTICIA Y LA PAZ es la respuesta al hijo del jardinero secuestrado y muerto por policías. Nunca más. Y PROVEA, desde el inicio marca una pauta de honestidad y denuncia bien fundamentada. Su gran aporte va por la formación de luchadores de la justicia y la verdad. Y la Iglesia se apresta a correr en auxilio de tanto perseguido: Vicaría de la Solidaridad en Caracas, en Barquisimeto, en Cumaná, en la organización de los religiosos...(el nuncio del Vaticano no quiso dar asilo a los sobrevivientes de El Amparo...)

"El que no tenga fe que venga a La Peste" escribía Aliana González cuando íbamos desenterrando la verdad con la Sra. Ivón Pirela y su sobrino, con la Sra. María y su hijo Rubén Rojas, en la mamá de Adalberto...los desenterramos para que la verdad de su vida sacrificada fuera denuncia escueta: que entonces se masacró al pueblo para defender el gran capital, para perpetuar la injusta distribución de oportunidades. Y el pueblo con su sangre selló ese pacto de rebelión que terminó engendrando y pariendo la esperanza del 4 de Febrero.

Son los años 90 cuando crecemos en rebelde organización allá en los cerros de Petare: las casas de las comunidades, la casas del pueblo de Dios, capilla y escuela en el barrio, donde los indocumentados eran los primeros - escuela para los niños no admitidos en la escuela oficial-, un solo esfuerzo de compadre y compatriota compartiendo experiencias y vida, esfuerzo y coraje, era la lectura de la Palabra de Dios, desde el Grupo de los Seguidores de Jesús a la caída de la tarde, en una absoluta libertad de espíritu, el mismo que de la Palabra sacaba ánimo y don para visitar Yare y Catia, El Rodeo y San Juan de los Morros. Conocí la Venezuela de la buena nueva de los pobres para los pobres.

Esa organización de respeto y amistad genera lo que hoy conocemos como LUZ Y VIDA y las defensorías BETO MORALES. Lucha, esfuerzo y mucho compartir. Me atrajo la vida de este pueblo que siempre comparte, que de la vida de cada día hace una celebración, que mantiene y alimenta la esperanza, este pueblo con quien me entendí cuando tenía que vivir en una casa de puertas abiertas a tanta vida que se nos presentaba. Se nos exigía tener bien abiertos los ojos y el corazón, estar ubicados, asumir la realidad.

Hoy, en el 2005, sigue la esperanza convirtiendo en realidad aquellos sueños que para algunos pudieron aparecer como lejanos: una nueva constitución, donde la solidaridad es la espiritualidad del convivir en fraternidad, el pueblo de dignidad, a donde la Buena Nueva de la alfabetización ha llegado hasta el más abandonado de los hijos de Dios, "somos gente", dice el pobre.

Doy un paso adelante para hacerme pueblo con los hijos y mujeres de este pueblo, para ser reserva y con los demás compatriotas dar lo mejor de mi. Con este pueblo y su proyecto de dignidad echo mi suerte, sin mirar atrás. Sólo deseo ser eso, pueblo y semilla de Dios sembrada en los campos de la vida por una Venezuela próspera. Ser compañero y amigo de los hermanos que están en el botadero del aluminio, los renacidos a la esperanza de una vida nueva de AA y NA, de los que nunca fueron tomados en cuenta y hoy son "gente".

Quiero ser el sacerdote y compañero de camino de este pueblo encomendado, amigo de mis vecinos y feligreses, párroco cercano y abierto, discípulo con los feligreses del único maestro y Señor, Jesús de Nazaret, el Cristo. Quiero vivir la espiritualidad del Buen Samaritano, del hombre que siempre sale a buscar a los más alejados y vivirlo en el templo de la vida, del barrio, de la calle, de la familia. Me esforzaré porque en el intento de compartir en la cooperativa vivamos el nosotros, la comunidad, vivamos el grupo, sea vida el equipo, donde podamos mirar a los ojos del hermano y el reconozcamos al mismo Jesús encarnado Lucharé para que el pueblo sea el protagonista, sea "micrófono de Dios" que decía Monseñor Romero.

Por estos niños de los barrios de Guayana, por estas comunidades, por estas familias de amor, por el hombre nuevo, por la mujer resucitada, para hacer de Venezuela semilla de Reino, Reino de participación, de justicia y alegría. Y desde esta Patria nueva, la Patria Grande. El Presidente es el abanderado de la integración de los pueblos latinoamericanos: el ALBA, Telesur, la conciencia antiimperialista porque el Imperio invade y destruye a los pequeños. Soy latinoamericano, hoy hijo de la Patria de Bolívar, de Martí, de Romero, la patria de la esperanza de millones de mujeres y hombres de a pie, desde Los Llanos al Altiplano, de Centroamérica, de Barlovento y Los Andes, del Caribe y las Selvas.

Asumo este país como propio por la causa de los empobrecidos y de todos los olvidados, en la esperanza segura de que triunfaremos nosotros, los sencillos, los humildes. Desde los poderes liberadores del propio pueblo.

Por todo esto pedí la gracia de la naturalización y por eso mismo entono mi acción de gracias sin fin.

San Buenaventura. San Félix.7-08-05