Los servicios de inteligencia israelíes estudian hoy la amenaza potencial que representa el auge de los extremistas de derecha para sabotear la retirada de Gaza. Algunos de sus dirigentes han hablado claramente del uso de la violencia para impedir el desmantelamiento de las colonias e incluso llegaron a mencionar la guerra civil. En Israel, al igual que en Palestina, cuando se trata de hacer la paz, el enemigo es interno. Si analizamos los acuerdos de Oslo, nos damos cuenta de que los problemas venían de la oposición interna de ambas partes. De nuestro lado, tuvimos a Ygal Amir, del otro, estaba el jeque Yasin.

Las tensiones internas provienen del debate sobre la identidad nacional en ambas sociedades, pero lamentablemente estas luchas internas se verán exacerbadas durante los debates sobre Cisjordania y Jerusalén. Ambas partes deben prepararse para una oposición tremenda y deben combatirla adoptando una política de tolerancia cero ante la violencia. Mahmud Abbas debe desmantelar las infraestructuras terroristas y Ariel Sharon debe considerar a la extrema derecha como un peligro estratégico para Israel, lo que debe conducir a ambas partes a intensificar las negociaciones.

Este desarrollo de las discusiones se hace más posible en la medida en que ambas partes saben sobre qué bases aproximadas debe producirse el acuerdo final: el plan Clinton y las discusiones de Taba. El propio muro de seguridad de Sharon se acerca a esta lógica a pesar de bases ideológicas surgidas del «Gran Israel». Es interés de ambas partes proseguir su combate contra la violencia, por el desarrollo económico y la construcción de la Autoridad Palestina. Es lo que desea la mayoría silenciosa de ambas partes.

Fuente
Jerusalem Post (Israel)

«Sharon should take the danger from the ultra-Right seriously», por Uri
Savir, Jerusalem Post, 31 de marzo de 2005.