Cuando el terrorismo nos golpeó el 11 de septiembre, Estados Unidos reaccionó revolucionando su política exterior. El nuevo enfoque estadounidense se concentraba en el principio de que la libertad y la democracia son los antídotos del terrorismo y que, a largo plazo, la libertad conduce a la paz, a la estabilidad y a la seguridad.

Lo que sucede actualmente en Kirguizistán ilustra la necesidad de libertad de los pueblos así como la necesidad de fortalecer nuestra política en Asia Central, una región afectada por gran número de amenazas transnacionales. Tras la caída de la URSS, el islamismo se reactivó en la región. Así apareció en Uzbekistán el movimiento wahhabita Hizb ut-Tahrir. Las dictaduras locales reprimen duramente su oposición y ello da lugar a la radicalización de la población, lo cual favorece a los islamistas. La represión no es la forma adecuada de contrarrestar esa amenaza. Por el contrario, alimenta el terrorismo.

Es por ello que debemos condicionar nuestra ayuda a esos países, a sus progresos democráticos y a su cooperación con la guerra contra el terrorismo. Ese es el sentido de la resolución que acabo de presentar al Congreso.

Fuente
Washington Times (Estados Unidos)
Propiedad del reverendo Sun Myung Moon (Iglesia de la Unificación).

«A U.S. role in Central Asia», por Ileana Ros-Lehtinen, Washington Times,
31 de marzo de 2005.