En la central nuclear de Chernobil se han hecho más frecuentes los casos de contaminación radiactiva interna de obreros que están reconstruyendo el sarcófago protector, erigido hace 19 años sobre el reactor destruido por explosión.

Aunque ello no peligra directamente la vida, el comité de seguridad de la central muestra preocupación. Según médicos, sustancias radiactivas entran en el organismo con agua, comida o a través de órganos respiratorios.
El sarcófago se construyó en 1986 a prisa, a precio de la vida y la salud de decenas de miles de personas que estaban liquidando la avería. Se tomaban decisiones «relámpago», actuando a tientas. La cobertura número uno, según llaman oficialmente el sarcófago, representa en sí una estructura gigantesca, de altura de un edificio de 25 pisos. Debajo se encuentran 185 toneladas de combustible nuclear, cuya actividad es de 17 millones de curie, subraya el Doctor en Física Alexander Borovoy, quien dirige en Chernobil el trabajo que desarrolla allí un grupo de científicos llamado «Instituto de Kurchatov». - Una parte del combustible nuclear (del 3 al 5 por ciento) fue disipada por explosión en terrenos adyacentes a la central. El 30 por ciento del cesio se evaporó y fue transportado por corrientes de aire a miles de kilómetros. Si tenemos presente que el semiperíodo del cesio es de 30 años y el del plutonio, de 24 mil años, podemos afirmar que la herida de Chernobil va a cicatrizarse durante un tiempo infinitamente largo, amenazando constantemente a seres humanos.

Según Borovoy, el sarcófago no resultó ser muy sólido, lamentablemente. Muchas obras se realizaban a distancia, por lo que más tarde se hallarían defectos. Por ejemplo, no se pudo evitar la existencia de grietas. Cuando llueve, el agua penetra adentro, disuelve sustancias radiactivas, y luego todo ello se infiltra en aguas subterráneas. El área total de las grietas se calcula hoy día por varios centenares de metros. Ello significa que el polvo de plutonio sale afuera y la gente puede aspirarlo. Además, el sarcófago descansa sobre unas estructuras viejas, afectadas por potente explosión e incendio. Por consiguiente, no se puede descartar la probabilidad de su derrumbamiento.

La comunidad mundial se ha comprometido a corregir la situación y construir la cobertura número dos. En total, fueron asignados mil millones de dólares para minimizar el peligro que emana de Chernobil. Las obras ya han empezado. Se prevé edificar una estructura de metal y hormigón que proteja mejor el reactor por encima de la primera cobertura. Pero de momento están fortaleciendo y hermetizando el viejo sarcófago.

Por encargo de la parte ucrania, el grupo «Instituto de Kurchatov» realizó un ingente trabajo que generaliza los algoritmos de conducta de la gente (en particular, los obreros contratados) en la situación de existencia de un riesgo radiactivo. Se han elaborado instrucciones de cómo se debe neutralizar el polvo radiactivo, qué soluciones utilizar para realizar la desactivación, de qué modo efectuar la soldadura o la perforación. Lamentablemente, dichas instrucciones no se cumplen cabalmente, hacen constar los científicos. En opinión de ellos, precisamente por ello en el organismo de ciertas personas se detectan radionúclidos.

La amarga experiencia de Chernobil no se estudia en ninguna parte del mundo, hace constar con amargura el académico Evgueni Velijov, presidente del centro científico «Instituto de Kurchatov». - En Rusia tenemos un potente Ministerio para Situaciones de Emergencia, EE UU posee su Homeland Security. Pero en ambos trabajan personas que sólo conocen en teoría qué es una explosión nuclear provocada por la actividad del hombre, y si surge la necesidad que aplicar la teoría a una situación concreta, de nuevo surgirán caos y lío.

Velijov expresa la seguridad de que Rusia podría hacer un aporte muy valioso a la elaboración de un programa internacional dirigido a generalizar minuciosamente la experiencia práctica acumulada en Chernobil.

Fuente
RIA Novosti (Rusia)

Ria Novosti 12 agosto 2005