Días atrás hubo alboroto en Washington porque TELESUR, el nuevo canal de televisión auspiciado por Venezuela y puesto en el aire con el concurso de varios países, exhibió unas imágenes de la guerrilla colombiana.

Apartándonos del significado informativo que puede haber contenido la presentación, el hecho carece de importancia y de connotaciones políticas. Las organizaciones guerrilleras colombianas han sido reconocidas por el gobierno colombiano que han dialogado con ellas al más alto nivel y concertado acuerdos, el hecho de que aparezcan en televisión no aporta nada nuevo.

No obstante la emisión televisiva provocó declaraciones de voceros del departamento de Estado, congresistas y otros funcionarios que incluso especularon sobre la posibilidad de que en respuesta a TELESUR, Estados Unidos auspiciara transmisiones de radio y televisión especialmente dirigidas a Venezuela, tal como ahora hace con Cuba.

Consecuente con el doble estándar típico de la política norteamericana, el gobierno restó importancia al hecho de que la cadena de televisión ABC concediera espacio al checheno Shamil Basaev, que, según las autoridades rusas, es responsable de la operación terrorista realizada en la ciudad rusa de Beslán en septiembre de 2004 la que perecieron 338 personas, entre ellas más de 150 niños.

La acción realizada entre el 1º y el 3 de septiembre de 2004 consistió en el asalto por un comando de 30 terroristas a una escuela, durante la ceremonia de inicio del curso escolar, secuestrando a cerca de mil 200 personas durante más de 50 horas.

A propósito de la transmisión, de una entrevista de 23 minutos, filmada a finales de junio en Chechenia por el reportero ruso Andrey Babitsky, se ha recordado la extremada crueldad de los terroristas que durante el secuestro rechazaron las ofertas de un canje de los niños por adultos, rehusaron recibir agua, alimentos y medicinas para los rehenes y confundieron a las fuerzas de seguridad al cambiar sus uniformes de camuflaje por ropas de civil tomada a los rehenes.

Una encuesta realizada en Internet, entre el 3 y el 5 de agosto organizada por la agencia RIA NOVOSTI en Estados Unidos, reveló que tanto expertos norteamericanos como el público en general, criticaron a “ABC” por la transmisión de la entrevista.

La embajada rusa en Washington informó que advirtió a la ABC de los antecedentes de Basaev varias horas antes de que fuera emitida la entrevista. En lugar de cancelar la emisión, la cadena propuso que representantes del Gobierno ruso tomaran parte en esa u otras transmisiones. La oferta fue declinada.

Al protestar por la transmisión la embajada rusa en Washington recordó que Shamil Basaev, es considerado por el Kremlin como el terrorista número uno y ocupa el lugar 49 en la lista de terroristas internacionales confeccionada por el Comité de Sanciones al cargo del Consejo de Seguridad de la ONU.

A la gravedad del hecho se suma el haber realizado la presentación poco después de los atentados en Londres y en Sharm-el-Sheikh.

El 2 de agosto, un portavoz del Departamento de Estado norteamericano comentó que la cadena “ABC” y los demás medios de comunicaciones tenían derecho a la libertad de expresión y podían publicar los reportajes que les parecían convenientes.

A propósito es pertinente recordar que Luis Posada Carriles, el más connotado terrorista latinoamericano que ingresó en Estados Unidos a bordo del buque Santrina, permaneció más de dos meses en Miami sin ser molestado y fue detenido al finalizar una conferencia de prensa que convocó como si fuera el más respetable de los estadistas.

Se trata de otra paradoja de la lucha antiterrorista emprendida por Bush con un estilo propio.