Ya pidió, no podía ser de otro modo, PPK, Pedro Pablo Kuczynski, el ciudadano norteamericano que es jefe del gabinete de ministros del Perú, que en nuestro país se instale una dinámica similar al Plan Colombia. Algo así como bases militares, ejercicios conjuntos (hasta con rancho pagado), helicópteros, tanques, rifles, lo que fuera, y a cambio, las reservas de agua, de gas, hidrocarburos, biodiversidad, etc. ¿Es posible negar el descarado pro-yanquismo de PPK?

El oncenio leguiísta enfeudó de alguna manera significativa el Perú al decurso estadounidense entre 1919-1930. Cuando se produjo el resfrío de la quiebra de la bolsa en los años 30, aquí estalló una pulmonía que también remeció al resto del continente. Se probó, hasta al hartazgo, que esa dependencia era nociva, falsamente beneficiosa al país y las consecuencias no pudieron ser peores. Pero aquí no aprendemos nada.

Nunca, en los últimos 80 años, ha existido un gobierno tan pusilánime y tan claudicante, como el actual, con respecto a Estados Unidos. ¡Es más, aquí los cipayos de todo pelaje, desde los momios conservadores hasta la izquierda caviar y rufiana, se inscriben en el plan norteamericano a través de empleos muy bien remunerados y como embajadores de sus proyectos exaccionadores de la economía nacional! ¡Es impresionante, por descarado y antipatriota, cómo se expiden estos sinverguenzas que dicen luchar por los derechos humanos o por el desarrollo económico del Perú, pero a condición de entregar a través de contratos, licitaciones o privatizaciones hechizas el escaso patrimonio que aún le queda al país!

PPK, a quien ha convertido en peruano el director de un diario de intereses reaccionarios (en su primera edición promocionaron la candidatura presidencial del sirviente de San Dionisio Romero Seminario, Arturo Woodman), no es más que un chabacano de sonrisa boba, simplismo muy bien estudiado, pero cínico regalador de lo que no es suyo. Bien advirtieron algunos: ¡este gabinete es más de lo mismo!

Cuando una de las principales figuras políticas de un régimen anhela -y confiesa públicamente- que en Perú se actúe al modo que el gobierno de Uribe en Colombia, revela su intenso anti-peruanismo y su profunda calaña fenicia. ¿Cómo puede entenderse que alguien nos proponga que a cambio de muchísimos dólares, comprometamos los recursos naturales, la dignidad jurídica y el futuro económico de un país a la potencia que actúa comprando todo a su paso? ¿O es que PPK no sabe que eso es lo que significan los 6 mil millones de dólares hasta hoy invertidos por EEUU en Colombia? Ha poco, tuvo que ir a Crawford, Uribe, para dar muestras de buen comportamiento adulón a Bush y procurar que le permitan la reelección. ¡Qué falta de pantalones!

La partidocracia peruana está en crisis porque no sabe comportarse a la altura del momento. En lugar de pelear un horizonte, se desvive sólo para conservar las sinecuras y las pitanzas que dan las curules y las rentas fáciles de un Estado que se desnacionaliza día a día. Hasta hoy no se entiende qué pretendía Alan García cuasi rogando que PPK estuviera en su fórmula presidencial. ¿Creerá este señor que la globalización incluye a los quintacolumnas en sus propuestas electorales? ¡Craso error oportunista!

No extrañe que en cualquier momento los traidores aplaudan la adhesión del Perú a la Convención del Mar porque Estados Unidos estaría considerando unirse a este convenio internacional. ¡En Perú no interesa la Constitución, sino los dólares que pagan a todos los turiferarios nativos de causas proditoras! ¿Extraño? ¡No, natural! Recuérdese que hasta la Cancillería lleva el nombre de un sucio traidor como fue Torre Tagle. Pero, el silencio preside la agonía de un país que merece, sin duda alguna, mejor suerte que la que tiene! ¡Ahora le toca al pueblo!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!