Los textos de las CPIs y de las revistas, los comunicados y los discursos serían suficientes para comentarios pertinentes e impertinentes sobre la actual coyuntura política en Brasil.

Pero más allá de las lógicas discursivas y de los lenguajes de la crisis, existe un conjunto de motivaciones y pasiones, compromisos y fidelidades que fueron empeñadas en la construcción de una alternativa de izquierda política, no simplemente porque fuese de izquierda, sino porque articulaba: tierra, pan y libertad (si no me equivoco, el primer slogan del PT en una de las elecciones de comienzos de la década del 80).

Esta voluntad colectiva se expresó/expresa en el Partido de los Trabajadores como instrumento y metodología del proceso de enfrentamiento a la dictadura militar, de la búsqueda del proceso de democratización del país y de debate de un conjunto de concepciones políticas para el Brasil que queríamos/queremos tener: soberano, solidario, socialista y sabe-dios-otros los nombres de nuestros deseos para nosotros mismos/as. Tierra - Pan - Libertad.

Así en este corto período de lucha organizada (¿25 años?) comenzamos procesos y nos desviamos en la política de la vía parlamentaria como forma de lucha que no excluía/no debía excluir la construcción de la participación popular por la vía de organizaciones autónomas y articuladas en una ética política clasista. Pero fue entonces que los mitos de los atajos estratégicos fueron devorando las motivaciones, pasiones, compromisos y fidelidades.

Fue entonces que llegamos a creer que todo era para siempre: elección de 4 en 4 años; mandatos de parlamentarios como voz de movimientos organizados; alianzas improbables como mal menor y precio justo. Pero lo que nosotros decíamos/queríamos era: Pan - Tierra - Libertad.

Y llegó la hora de saber si el PT todavía puede ser este espacio, proceso y metodología. Más que el PT, llegó la hora de hacer de nuevo la pregunta y el debate sobre el lugar de la representación política, cuestiones de concepción y organización partidaria clasista, la relación con el Estado en una perspectiva anticapitalista, los espacios y formas de construcción de hegemonía alternativa y las formas de conciencia y participación de poder que articulen clase+género+etnia como reinvención necesaria de un proyecto revolucionario. Tierra - Pan - Libertad. Son preguntas antiguas y las nuevas. Las que aprendimos a realizar en estos 25 años.

Sabíamos de las contradicciones y de los límites: ¡llegó la hora del ajuste de cuentas! Nuestras organizaciones políticas siempre fueron espacios de reedición de vanguardismos no éticos, misóginos, sustentadas por los privilegios de hombres etnocentrados, de burocracias con miedo de todo lo que es popular, letrados desconocedores de la gitana que lee la mano de Paulo Freire, señores de verticales estructuras aprendidas en la iglesia, en la familia, en el sindicato, en la academia. Mujeres, negros, indígenas... existimos como anexos de los procesos de formación. También en el PT. También en el PT... por más que mostremos la lista con los nombres de las candidatas y de las alcaldesas.

El partido se hizo macho y habitó entre nosotros: vanguardia burocratizada, papá noel, líder, dirigente... en una mezcla reveladora del carácter patriarcal de las organizaciones de izquierda y sus poderes absolutos.

"Toda su preocupación se destina a controlar la actividad del partido, y no a fecundarla; restringir el movimiento y no desarrollarlo; a destrozarlo y no unificarlo." (Rosa Luxemburgo y Vladimir Lenin, "Partido de Masas o Partido de Vanguardia").

Es más que esto. ¡Tierra, Pan y Libertad!

Todavía en los cuadernos de los antiguos cursos de formación están anotadas las lecciones históricas de la lucha y de la organización de los/las trabajadores/as:

"La dirección fracasó. Pero es posible y necesario que se cree una nueva dirección, por y a partir de las masas. Las masas constituyen el elemento decisivo, la roca sobre la cual se forjará la victoria de la revolución." (Rosa de Luxembrugo, "La revolución Rusa").

Retomo la poesía de Carlos Drummond de Andrade como horizonte de interpretación sobre nuestra historia política y sus íconos bellísimos y repetidísimos. De los mitos navideños de "paz en la tierra" que tragan por el contrario la esperanza que no es para siempre... pero que debe ser alimentada siempre. ¡Papá Noel no existe! La liberación de los/as trabajadores/as será obra de los propios trabajadores/as

Papá Noel al Revés


Carlos Drummond de Andrade

Papá Noel entró por la puerta del fondo
(en Brasil las chimeneas no son practicables),
entró cauteloso como marido después de la farra.
Tanteando en la oscuridad torció el conmutador
y la electricidad golpeó en las cosas resignadas,
cosas que continuaban siendo cosas en el misterio de
Navidad.
Papá Noel exploró la cocina con ojos expertos,
encontró un queso y comió.
Después sacó de la bolsa un cigarro que no quiso
encender.
Tuvo miedo talvez de prenderse fuego las barbas postizas
(en Brasil los Papás Noeles son todos de cara rapada)
y avanzó por el corredor, blanco de luz de luna.
Aquel cuarto es el de los niños
Papá entró compenetrado.
Los niños dormían soñando otras navidades mucho más lindas
pero los zapatos de ellos estaban llenos de juguetes
soldados mujeres elefantes navíos
y un presidente de república de celuloide.
Papá Noel se agachó y recogió todo aquello
en el interminable paño rojo de algodón.
Hizo el paquete y luego armó el nudo, pero apretó tanto
que allá adentro mujeres elefantes soldados presidente peleaban por causa del ahogo.
Los pequeños continuaban durmiendo.
Lejos un gallo comunicó el nacimiento de Cristo.
Papá Noel volvió lentamente hacia la cocina,
apagó la luz, salió por la puerta de los fondos.
En la huerta, la luz de la luna de Navidad bendecía las legumbres.

Este poema fue publicado en el libro "Alguna Poesía", Editora Pindorama, em1930, primer libro del autor. Texto extraído de "Nova Reunião", Librería José Olympio Editora - Río de Janeiro, 1983, pág. 24.

En el poema, Papá Noel no trae regalos. Los roba. Ni chimeneas, ni barbas: límites del contexto brasilero. En el medio de los juguetes soldados, elefantes, navíos, mujeres... y un presidente de república de celuloide: todos amontonados en el interminable paño rojo hecho bolsa al revés del viejito malo que prohíbe cualquier ingenuidad que saque de la realidad la realidad misma. Apretados en el espacio del paño hecho bolsa, pelea el presidente de celuloide con mujeres soldados elefantes. Navíos.

Recojo mis juguetes robados en la bandera roja todavía querida. Apreto el nudo con el nudo de la garganta. Repite el gallo el anuncio de la total encarnación: lo más sagrado lo más humano. Y me dispongo a aprender de nuevo con el materialismo de la huerta y la devoción de sus legumbres: tierra y pan y libertad.

(¡No! Rosa de Luxemburgo no es mi Mamá Noel... son mis cuadernos antiguos que anunciaban mi feminista deseo de hacer política en el femenino plural).

Adital