La Cancillería del Perú ha entrado, bajo la dinámica profesional, hábil y vigorosa de Oscar Maúrtua de la Romaña, es una revalorización de la familia como célula fundamental de la sociedad peruana. Así, la Resolución Suprema 198-2005-RE, nombra a la embajadora Hilda María Puertas de Rodríguez, Cónsul General del Perú en Ginebra, Confederación Suiza. ¡Qué bien que envíen a estos Estados importantes a gente valiosa de indudable presencia diplomática!

Como es de conocimiento general, el ex canciller Manuel Rodríguez Cuadros, se va a Ginebra a dirigir la política exterior peruana en los organismos internacionales que tienen su sede en esa ciudad suiza. Además, con previsión logística, se hace acompañar de traductores especializados en francés e inglés. Para evitar confusiones e imprecisiones en la documentación y textos múltiples que evacúan por toneladas esas entidades.

Años atrás, y por razones estrictas del servicio, Manuel Rodríguez Cuadros, integró diversos jurados que calificaban los ascensos en la Cancillería. Uno de estos, aprobó la nueva investidura de embajadora que ganó meritoriamente Hilda María Puertas de Rodríguez, esposa del que luego sería ministro de Relaciones Exteriores.

Conviene subrayar que este giro inesperado de la Cancillería nos adentra en una revalorización de la célular familiar que reviste importancia capital: ¡hay que mantener la unión conyugal a troche y moche! Entonces, para evitar las disfunciones horarias, y los gastos telefónicos altísimos, conviene tener a los protagonistas de este drama, cerca y ¡qué mejor ocasión en que dos diplomáticos, juntos en el buró y en el hogar, sirvan al Perú con todo el talento que nadie retacea y, por el contrario, todos ponen de relieve!

Hay que decirlo con todas sus letras: el canciller Maúrtua ha hecho lo que no han podido otras administraciones en Torre Tagle. ¿Se llevará a cabo la reunificación familiar a nivel de ministros, ministros consejeros, secretarios de todos los grados, para así cumplir el paradigma que establece, desde hoy, Relaciones Exteriores, con la batuta del sonriente don Oscar?

Sería miope no consignar que a pesar de la feliz circunstancia presente, hay hasta tres temas que fueron mal tratados durante la cancillería que tuvo a su cargo Manuel Rodríguez Cuadros: la extradición de Fujimori; los límites marítimos con Chile y la propuesta de adhesión del Perú a la Convención del Mar.

Me permití redactar sobre estos acápites:

“¿Cómo así que el canciller saliente, Manuel Rodríguez Cuadros, se atrevió a “presentar” ante el gabinete su propuesta de adhesión del Perú a la Convención del Mar bajo el mamarracho que “unificaba” la evidente colisión que hay entre ese tratado internacional y el artículo 54 de la Constitución, a sabiendas que se iba a Ginebra, que la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso había decidido someter a referéndum cualquier decisión sobre el particular y que el Parlamento entra en un período de agitado libreto en lo que resta de su precario mandato?”

“¿Ha sido ese también el propósito de Rodríguez Cuadros? ¡Qué pena y qué tremenda impostura la de un hombre a quien todos reputaban como el mejor para limpiar Torre Tagle y también como el más brillante porque alguna vez tuvo ideas nacionalistas y firmes! El Rodríguez Cuadros de hoy no resistiría un análisis simple o una confrontación con el de hace pocos años. Son dos personas, dos posturas –o imposturas-, variantes trágicas de una biografía que puede ser cuestionada políticamente por el resto de su vida pública.”

“¿Qué ha sido el tema en torno al delincuente Kenya Fujimori? ¡Un fracaso sin atenuantes! Ni siquiera las advertencias tempranas del bufete norteamericano White and Case, lograron hacer entrar en vereda a los torpes de Torre Tagle que malograron todas las posibilidades de traer engrilletado al japonés cobarde para que sea enjuiciado por sus múltiples crímenes. ¡Y es, desafortunadamente, a Rodríguez Cuadros, a quien hay que cargar la pesada responsabilidad!”

“Hace pocas semanas, cuando por la ofensiva peruana se logra arrancar la posibilidad de un arbitraje a la diplomacia chilena en torno a la delimitación marítima, Torre Tagle, bajo la desubicada –y hasta pusilánime- batuta de Rodríguez Cuadros, distrae su quehacer sobre este acápite y divaga desperdiciando una ocasión exquisita de manejar nuevos caminos de imaginativo trabajo con el vecino del sur que resentía obviamente su posición vergonzosa por el tema del armamento vendido al Ecuador en plena guerra de ese país con el nuestro. Cancillería brilló por ausencia, falta de pantalones y coraje porque su titular permitió que lo cuestionaran sucios y traidores diplomáticos que gozan de la bienvenida de algunos medios de comunicación, cuando su deber ineludible, era pulverizar a esos miserables.”

Pero, hay que alegrarse, que por lo menos en un sitio oficial, la familia, célula indivisible de la sociedad peruana, encuentra reivindicación total y contundente.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!