¡No, no hay duda! Al ministro del TLC (Tratado de Libre Comercio) y Asuntos Foráneos, oficialmente de Comercio Exterior, Alfredo Ferrero, se le notó iracundo, con la voz quebrada por la rabia contenida y los ojos inyectados, al saber que en Chile también nos enajenaron la originalidad del Suspiro a la limeña, dulce con manjar blanco típico de nuestra capital. ¡Hay que felicitarlo! ¡Cómo cambian los tiempos! Cuando hace pocos meses LAN pasaba unos vídeos asquerosos y denigrantes contra el Perú, en sus vuelos regulares, este individuo dijo por todos los medios que no había que “politizar” el asunto.

¿Qué puede haber ocurrido para esta anfibológica visión de un personaje que impulsa un TLC, como lo dice Toledo: “Sí o Sí”, y que discurre por los caminos regaladores de lo que no es suyo que, por otro lado, exhibe su coraje monumental porque en Chile nos robaron la comercialización de un dulce? Es evidente que hay algún progreso. Ferrero, podrá exhibir en el futuro, cuando sea funcionario o capataz de algunas de las transnacionales que lleguen con el TLC, que sí tuvo una posición contestataria con Chile. ¡Y no es para menos! ¡Hay que reconocerle que en este asunto de los dulces, sí que se ha portado como un guerrero!

Hay que entender que Ferrero es un pro-TLC a rajatabla. Para él, es mejor un país con TLC que sin TLC. No importa que los tribunales ad-hoc garanticen en caso de cualquier litigio, el aplastamiento de las leyes nacionales y el favoritismo de quienes patrocinen las causas o desavenencias, verbi gracia: ¿alguien imagina que cualquier impugnación contra una transnacional esgrimida por el Estado peruano, tenga siquiera una mínima esperanza de triunfo o justicia? Ya hemos dicho que quien tiene el oro impone la regla. Y si hay algo que en Perú no sobra, es dinero u oro. Pero ¡no le toquen a Ferrero los dulces o cualquier alimento a los que es aficionado! ¡Ya han visto todos cómo reacciona! Es un antimperialista gastronómico.

Eso no es todo. Ya se sabe cómo actúa la administración norteamericana con su pobre gente damnificada por el huracán Katrina. En su mayoría negros y pobres. Es decir, nunca habría trato igualitario con nuestros países sino que con el TLC se institucionalizará la asimétrica relación que promueve Estados Unidos para mejor imponer sus políticas militares, culturales, en torno a patentes, sobre los recursos naturales como el gas, el agua, etc.

Pero los vendepatrias actúan convictos que su traición nunca será castigada porque los medios los condecoran como egregios ejemplos del progreso que atrae inversiones. Los medios, a su vez, cumplen un tristísimo papel de difusores acríticos de cuanto pagan las publicidades fletadas por los grandes poderes que dictan órdenes y hacen creer que esto o lo otro es bueno para el Perú y su gente. Libertad de prensa: ¡cuántos crímenes se cometen en tu nombre!

A quienes hay también que pasarles la factura es a los clubes que se llaman partidos políticos. Carentes de ideas, sólo hay convenciones que fijan más en sus “puestos” a quienes son los candidatos eternos al Congreso o a cualquier pitanza estatal; huérfanos de un antimperialismo constructivo contra cualquier imperio; despojados de tinte nacionalista u horizonte histórico, las colectividades políticas pugnan por parecer de centro, porque tienen miedo de decir que son reaccionarios y traidores cipayos criollos del poder foráneo del signo que fuera y están enfeudados a esquemas de corto plazo, miope efecto y destrucción total del corpus peruvianis. En síntesis: ¡una absoluta irresponsabilidad criminal!

¡Felicitemos pues, por la vibrante defensa que del Suspiro a la limeña hizo con su antiperialismo gastronómico, el ministro del TLC y Asuntos Foráneos, Alfredo Ferrero!

¡Por sus obras, les conocereis!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!