Si usted no había visitado New Orleans, ya es tarde, ya no existe.

Si usted no tuvo la oportunidad de saltar detrás de la banda de un jazzy funeral, al compas de “los santos vienen ya”, ya es tarde, esos funerales están destinados a la ciudad entera, si usted no pudo recorrer los bares y restaurantes recomendados por Truman Capote, escritor nacido en esa ciudad, la más alegre y auténticamente pluricultural, pues ha existido sucesivamente bajo bandera francesa, española y norteamericana, por ahora ya es tarde.

Si no vino al carnaval de una semana conocido como Mardi Grass (martes de confesión), entonces será donde esta festividad báquica se adopte porque ahora no se puede. Si nunca vino al jazzfest a escuchar a sucesores del gran Louis Armstrong, como Kermit Ruffins o Wynton Marsalis, ya es tarde. Tendrá que escucharlos en otra parte. No en New Orleans, donde nació el gran Louie, el trompetista negro de la voz ronca y los ojos saltones.

Pero, ¿quién mató a New Orleans? La furia del huracán Katrina y la negligente ineptitud del gobierno de Bush, que, por imprevision y terquedad, está convirtiendo a la hiperpotencia en una nación con las mismas carencias del tercer mundo. Bush -lo recuerdan en la prensa norteamericana los más prestigiosos columnistas, con toda su soberbia, siempre se opuso a enfrentar el problema del recalentamiento global. Muchos fenómenos de la atmósfera del planeta Tierra, proceden de ese fenómeno meteorológico, que, por lo demás, es muy previsible en agosto, clara y repetidamente anunciado como ‘temporada de huracanes”.

Además del destrozo que dejó el anunciado huracán, hubieron otros factores. Como preguntó el afilado crítico de Bush, el cineasta Michael Moore ¿dónde estaban los helicópteros que se necesitaban para el rescate? ¿Dónde las tropas de la Guardia Nacional, el Ejército de reserva que resulta tan útil en estas emergencias? Estaban en Iraq, la guerra privada de la dinastia Bush y sus cronies.

El desastre también demostró la vulnerabilidad de EEUU, a pesar de que Bush no se cansa de repetir que él lucha por la seguridad de los norteamericanos. Otra histórica mentira más./BIP