Los avances en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC) con EEUU son muy limitados, 11 rondas después, sólo muestran declaraciones oficiales triunfalistas. Mientras, la estrategia de los negociadores norteamericanos nos estaría llevando con presiones crecientes, a la última ronda en la que plantearían el ultimátum de “tómelo o déjelo”. Más allá del triunfalismo desbordante que sólo existe en la millonaria propaganda oficialista sobre el TLC, una firma del presidente Toledo (sí o sí) en estas condiciones tendría más costos que beneficios para el Perú.

Por otro lado, casi subterráneamente se ha venido trabajando un acelerado proceso de “perfeccionamiento” del ACE (Acuerdo de Comercio Exterior) con Chile. Hace pocos días, concluyeron reuniones bilaterales en Lima, y habrá una última con el fin de lograr que antes de fin de año (y antes que se vaya Toledo), se consolide un TLC que cristalice la chilenización de la economía del Perú.

Los objetivos centrales del poder económico chileno son geopolíticos. Para eso cuentan con PPK como “peón de oro” en este ajedrez, como lo ha demostrado palmariamente El Mercurio en reciente editorial y vocero de los empresarios chilenos. Buscan garantizarse el acceso al agua dulce y energía escasos en Chile y consolidar su hegemonía en el Pacífico sur, tratando de ser la bisagra entre los países andinos con el MERCOSUR y aprovechar la proyección al Asia-Pacífico con los corredores interoceánicos.

Además, con Chile tenemos pendiente el asunto de los límites marítimos. Actualmente hay cerca de 80 mil peruanos que sufren el trato xenófobo de ciertos sectores sureños aparte de la ofensiva armamentista que realizan sus FFAA en esta parte del continente.

El Perú no debería modificar el status quo de un ACE que ya existe. Tampoco profundizar vínculos económicos y de otra índole, mientras no se solucione el asunto de la delimitación marítima.

Ni el MEF ni el MINCETUR (PPK y Alfredo Ferrero) harán algo en defensa de nuestros intereses. Esperamos, por el contrario, que otros sectores estatales como el Congreso o la Cancillería reaccionen y hagan pensar al presidente Toledo, antes que sea tarde. La población peruana y sus instituciones, con uniforme o sin él, deben evitar que se concluya este proceso que podría hipotecar el futuro de nuestro país, incluso en mayor grado que el TLC con EEUU.

Paralelamente a ello, se ha intentado dinamitar la alianza estratégica con el Brasil buscando impedir la construcción de la carretera interoceánica. Los lobbies que sirven a los intereses de Chile, están utilizando algunas críticas atendibles y otras mal intencionadas para lograr este objetivo, felizmente, sin éxito hasta el momento. Nos han indispuesto con Bolivia que está revisando su histórica decisión de sacar su gas por puerto peruano. Mientras, PPK ofreció un “anillo energético” quebrando la estrategia boliviana de gas por mar y el interés
peruano de usar nuestro gas (Camisea) para el desarrollo nacional.

Igual se bombardea el esfuerzo de la integración andina y sudamericana. Salirnos de la CAN (Comunidad Andina de Naciones), no sólo significa afectar nuestras exportaciones de mayor valor agregado y comercio intraindustrial, sino el aislamiento y mayor vulnerabilidad del país. Indisponernos con Brasil y Bolivia, debilita una estrategia en la que el Perú queda mejor posicionado y cuida su interés nacional en un contexto de integración sudamericana.

También, impediría un acuerdo con la Unión Europea, que exige que la negociación se dé con la CAN en conjunto y no con países individuales, lo que afectaría nuestras relaciones con socios fundamentales en el plano comercial, de inversiones, de cooperación y políticas.

Si esos procesos no se revierten , estaríamos en camino a una subordinación no sólo económica a Chile, sino de poner en riesgo nuestro futuro como nación. Los intereses nacionales del Perú (productores agropecuarios, pequeños y medianos industriales, profesionales, comerciantes y artesanos) se cautelan profundizando la integración regional andina (Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela y Perú), construyendo la integración sudamericana sobre la base de una alianza estratégica con Brasil y Bolivia y jamás hipotecando y poniendo en riesgo el futuro de la nación con los TLCs de EEUU y Chile.