Días atrás, el precario Defensor del Pueblo, Walter Albán, comunicó al Congreso su declinación a ser candidato. Curioso razonamiento. A Albán el Parlamento le negó en cuatro oportunidades los votos para asumir el titularato de esa institución. Es más, para mayor abundamiento, le acababan de comunicar de modo público, estentóreo e inequívoco que ya sobraba y que no le iban a considerar bajo ningún punto de vista como titular de la DP. Es decir, en clarísimo castellano: ¡lo renunciaron!

El ciudadano Elías Mendoza, de quien no se conoce un solo alegato a favor de los derechos humanos o ciudadanos de alguna comunidad en todo el país, ha manifestado su deseo de ser candidato a la Defensoría. No deja de ser sugerente y sugestivo que escoja (¿o es parte de la campaña?) Canal N y el programa Sin Rodeos que dirige Hans Landolt, de manifiestas simpatías ideológicas, para impulsar su aspiración legítima. Es de notar, además, que aquí predominan militancias políticas que están en las antípodas. No sería la primera vez que se cumpla el adagio: izquierda caviar y derecha momia unidas, jamás serán vencidas.

Además, resulta interesante recordar que Elías Mendoza retiró a fines del 2003, su anterior candidatura a DP por considerar que era demasiado el tiempo que su aspiración no había sido considerada por el Congreso. Veleidades como la descrita podrían repetirse según el humor ambiente e imperante. C’est la vie!

En Huancabamba sigue pendiente el intríngulis entre las comunidades ciudadanas del lugar y Minera Majaz. Se sabe de un paro en pocas semanas más. El señor Albán jamás se hizo presente. Cuando los graves problemas entre la población de Tambogrande, también en Piura y Minera Manhattan, este caballero se ofreció como “mediador” cuando su trabajo no era de mediar sino de defender al pueblo. En Yanacocha, hizo otro tanto. En Andahuaylas, no se le vio. Es decir, en lugar de ser un Defensor, se convirtió en fedatario de los sucesos a los que llegó o de los que se enteró a posteriori.

¿Qué podía justificar que una garrapata social no dejara el cargo en una entidad que tiene cometidos más nobles que ser caja de resonancia de determinados grupos políticos amén de mediocres, facciosos y sectarios? Nada, absolutamente nada. Nótese la absolutamente falta de vergüenza de quien fungió de precarísimo Defensor. Le decían No en todos los idiomas, durante años, pero él se quedaba en el cargo.

Un genuino DP no puede estar haciendo de su liderazgo un modo fácil y ganancioso de vivir bien como gato panza arriba, mientras que tras las fronteras de su mundo caviar y anacrónico, al pueblo le dan de varazos, flagelan a sus mujeres y asesinan a los ronderos. ¿En nombre de un supuesto progreso que trae inversiones dudosas, hay que permitir que sinverguenzas se apoltronen en las organizaciones que debían estar al servicio de los ciudadanos? ¡Definitivamente no!

En más de una oportunidad he denunciado que aquí hubo –y hay que impedir que ocurra lo mismo con sucedáneos o compañeros de ruta útiles- un plan de captura y cerrazón del organismo. La idea era atrapar la DP y llenarla de adláteres productores de folletitos con tal de tener formas para justificar altos sueldos y complicidades estratégicas. Si se perdía la plataforma, como es el caso, es menester “colocar” a tontos rollizos de infinita vanidad frívola. Todo un guión que tiene un lamentable pronóstico: ¡la DP seguirá su envilecimiento en perjuicio de su verdadero leit motiv: el pueblo!

Los ganapanes se arrebañan y defienden hasta con las uñas sus sobres de pago, “obtenidos” en batallas que no dieron y en combates que de glorioso no tienen sino los panegíricos que ellos mismos se dan. Son decenas o cientos, los diplomas que Albán se hizo entregar en el cuasi lustro en que alternamente estuvo en la DP. Decía el líder chino Mao Tse Tung: ¡tigres de papel!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!