Ha dicho el profesor Hugo Neira que Perú puede terminar en un callejón de cuatro gatos de la derecha. Días atrás, Alan García “advirtió” desde Cajamarca, que “había que impedir que la derecha volviese al poder”. Mi pregunta a ambos es: ¿cuándo dejó esta reaccionaria y conservadora derecha los resortes efectivos de qué se hace y qué no, en el Perú? Disfrazada de modernizante, regala patrimonio vía concesiones o contratos hechizos y por ello monta campañas para envilecer lo que se quiere obsequiar con la complicidad de mermeleros dolarizados y su más importante gonfalonero, PPK, está, desde que comenzó esta administración gubernamental, en puestos claves. ¿Por qué no informan al país en qué instante o segundo, los grandes embajadores del poder real, no estuvieron al frente de la nave estatal?

Recurrir a disfraces o evasivas para maquillar cuanto ocurre por nuestros pagos hace flaco favor a cualquier exégesis sobre qué y cómo remontar el dramático cuadro de pobreza material y absoluta miseria moral que padece Perú sin que los partidos o líderes propongan grandes temas cardinales de sur a norte, de este a oeste. Sostiene el profesor Neira que él considera que Alan García se ha “reciclado”. Interesante aseveración, pero hasta hoy no se escucha una definición antimperialista de AGP sobre el TLC; o en torno a nuestras ríspidas relaciones con Chile, la delimitación marítima, la Convención del Mar o el mare magnum energético que permite que las empresas cambien los contratos como les dé la gana con tal de no invertir y sí, en cambio, mal ganar dinero. Que se sepa no hay un solo pronunciamiento de AGP sobre la más aberrante de las concesiones de tres gobiernos, Fujimori, Paniagua, Toledo, como lo ha sido el Aeropuerto Jorge Chávez y la empresita favorecida Lima Airport Partners.

Más aún, ¿incluye ese reciclaje, el silencio increíble frente a los manifiestos y descarados abusos contra el medio ambiente, el derecho a definir su modus vivendi en las comunidades afectadas por la minería contaminante, el desdén racista con que son tratados nuestros hombres del interior por las empresas mineras y sus insolentes funcionarios nacionales-cipayos y extranjeros insolentes, por parte del “reciclado” Alan García Pérez? Mi impresión es que a alguien puede antojársele de tildar de oportunista al líder aprista si toca los temas, pero si no lo hace, su cuasi mudo observatorio le pone en muy mal pie frente a los pueblos que quiere como sus votantes.

Ultimamente una novísima como frívola teoría política propugna que el consenso debe decidir. Si no existe esta conjunción de voluntades, entonces, no se camina por la liza y se renuncia antes de fracasar en el intento. ¿Querría decir que hay que conseguir, a como dé lugar, la componenda fácil, la conveniencia conveniente y así todos se evitan el mal humor de salir derrotados? Así, ¿escogemos al próximo presidente de la república, por consenso? ¿Para qué hacemos elecciones entonces? ¡Qué disparate! Me solivianta haber leído que la candidata a la Defensoría del Pueblo, Beatriz Merino, tendría entre sus prioridades para volver al Perú, estar cerca a sus padres. Es obvio que ha sido algún mentecato el fautor de esta sublime y oprobiosa estupidez.

Debe haber alguna razón para que notorios conservadores, insospechables de cualquier planteamiento revolucionario de justicia social, pretendan llamarse de centro. El terror a ser tildado de derecha o simplemente momio, tiene que ver con los crímenes antipatria que se verifican a lo largo de este gobierno con tantas trapisondas, enredos, robos de toda categoría y un vendepatrismo que no tiene comparación fácil. Por ello, el expediente es fletar un centrismo que nada disfraza porque todos saben quiénes son. También es conocido que tienen los medios comprados con muy buena publicidad.

Disfrazar con evasivas las realidades sólo maquilla la epidermis. ¿Cambia algo así?: ¡nada, absolutamente nada! Decía González Prada: “el Perú es un organismo enfermo, donde se aplica el dedo, brota la pus”.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!