Una gran parte del mundo se pregunta cómo los Estados Unidos y la administración Bush pudieron manejar tan mal la situación en Irak. Esas mismas personas están perplejas ante la falta de discusión en torno al fundamento de la guerra: la creencia de que la democratización de Irak convertiría la zona en una región más pacífica y más estable. Es importante estudiar con atención los errores de esa estrategia para comprender las fortalezas y debilidades de Estados Unidos como dirigente mundial. Australia está muy interesada en plantearse esa interrogante.
El sistema político estadounidense es un factor de división de la sociedad y para trascender esa división es necesario un enemigo común. Eso forma parte de una cultura que surgió hace siglos. Cuando las torres gemelas se derrumbaron, hace cuatro años, Estados Unidos tenía necesidad de un enemigo y el ataque se comparó inmediatamente con Pearl Harbor. La respuesta automática fue declarar formalmente la guerra a los autores del atentado pero no hubo técnicamente ninguna verdadera declaración de guerra. Sencillamente, el Congreso permaneció pasivo después ante las acciones del Ejecutivo.
Desde el punto de vista ideológico, no hay nada nuevo. En Vietnam, el objetivo era ya la defensa de la libertad a toda costa. En Irak, prevalece la ideología neoconservadora de promoción de la democracia: si el país se convierte en una democracia, qué importa que existan o no vínculos con Al Qaeda o armas de destrucción masiva. Esa combinación de ideología, de error y la incapacidad de reconocer sus errores condujo a la administración Bush a desestabilizar a todo el «Gran Medio Oriente». No se puede aplicar el modelo democrático estadounidense a un Irak dividido entre comunidades étnico-religiosas. En los Estados Unidos, la ideología prevalece sobre la razón; esperemos que Washington cambie de punto de vista.

Fuente
The Australian (Australia)

«A war full of errors calls for a rethink», por Harlan Ullman, The Australian, 12 de septiembre de 2005.