Irán creó una situación favorable cuando acudió a Europa hace dos años para que se ocupara de resolver el diferendo sobre su programa nuclear civil. Esta mano tendida habría podido dar lugar a una solución beneficiosa para todos al fortalecer la estatura internacional de Europa, y al forjar una alianza que habría beneficiado a la región y al mundo.
A causa de injustas sanciones económicas internacionales Irán debe diversificar sus fuentes de generación energética. Esta necesidad fue reconocida mucho antes de la revolución de 1979. Sin embargo, Occidente cuestiona el derecho de Irán a contar con tecnologías nucleares civiles. Según un estudio de la sociedad BP, de aquí a 2024 Irán será un importador neto de petróleo si sigue consumiendo sus propias reservas al ritmo actual [1]. Las negociaciones entre los tres grandes países europeos e Irán partieron de esta base: Irán debe ofrecer garantías respecto del carácter exclusivamente civil de su programa nuclear y la Unión Europea debe ayudarlo en esta vía.
Las negociaciones iban por buen camino cuando Estados Unidos decidió presionar a la Unión Europea. Europa cambió el tono y exigió la suspensión de todas las actividades nucleares iraníes. Ante esta actitud, Irán reinició su programa de enriquecimiento de uranio. A partir de entonces, la Unión Europea sigue a Estados Unidos y trata de convencer al Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) de la necesidad de adoptar sanciones. Ello equivaldría a olvidar que en virtud del Tratado de No Proliferación los objetivos de Irán son legales. Europa está perdiendo una oportunidad.

Fuente
The Guardian (Reino Unido)

«This is solely the work of US prejudice», por Seyed Mohammad Hossein Adeli, The Guardian, 8 de septiembre de 2005.

[1N. de la R. Sabiendo que Irán cuenta con las segundas reservas de petróleo del mundo.