Según el meteorólogo estadounidense Scott Stevens, el origen del devastador huracán Katrina, que causó la muerte a más de mil norteamericanos, no es un hecho natural.

Como anunciaron la cadena de televisión Fox y el diario Post-Register de Falls (Idaho), Stevens afirma que el huracán fue dirigido hacia Estados Unidos con ayuda de un arma secreta que permite «modificar el clima». Esta arma, precisa, fue concebida por la Unión Soviética a partir del principio del generador electromagnético.

La Unión Soviética no ha reconocido nunca de manera oficial la existencia de un arma de este tipo. En cambio, la idea de una fuente artificial para explicar cataclismos naturales que han causado importantes pérdidas humanas constituye, en opinión de los psicólogos, una reacción de defensa habitual en el hombre, lo que explica que rumores de este tipo aparezcan la mayoría de las veces luego de catástrofes graves.

«Se ha demostrado que en los años 60 y 70 la Unión Soviética concibió tecnologías que le permitían modificar el clima y de las que se enorgullecía. A partir de 1976, fueron utilizadas contra Estados Unidos», declara Stevens en su sitio personal, fuente de «información» de los medios de comunicación estadounidenses.

En entrevista concedida al Post-Register el 20 de septiembre, Stevens dice también que las misteriosas perturbaciones observadas en la onda corta de radio constituyen la prueba de la existencia de una «máquina rusa que controla el clima».

Pero el meteorólogo no se muestra siempre consecuente en sus declaraciones.

Según el diario Post-Gazette de Pittsburg (Pensilvania), Stevens declaró que «los rusos inventaron en 1976 una tecnología que provoca tempestades y la vendieron por lo menos a una decena de Estados y organizaciones a finales de los 80».

En la entrevista concedida al Post-Register, retomada a continuación por la cadena de televisión Fox, el meteorólogo asegura que el huracán Katrina fue provocado de manera artificial por la mafia japonesa para vengarse del bombardeo nuclear de Hiroshima por parte de Estados Unidos hace 60 años.

En su sitio, Stevens ofrece una tercera «versión» sobre el origen del huracán Katrina, al insinuar que las autoridades norteamericanas podrían estar involucradas en esta catástrofe.

«En mi modesta opinión, Katrina fue, en cierta medida, la obra de alguien del propio país, probablemente programada y ejecutada por la élite en el poder, no obligatoriamente por la administración Bush, pero con el aval de elementos internos, con el objetivo de provocar cambios en la sociedad norteamericana», escribe el meteorólogo. Para fundamentar su hipótesis cita la ruptura simultánea de los diques en Nueva Orleáns, la interrupción de las bombas y de las comunicaciones en la zona del siniestro, así como otros «ejemplos» que muestran el carácter artificial de la catástrofe ocurrida en el sur de Estados Unidos.

Stevens llama también la atención sobre las declaraciones del presidente de Estados Unidos, quien expresó durante su visita a la zona siniestrada «daba la impresión de que todo el borde del Golfo de México había sido destruido por el arma más terrible que sea posible imaginar».

«Estoy completamente de acuerdo con el Presidente», escribe el especialista en meteorología.

En la actualidad, Stevens presenta el parte meteorológico en los noticieros de la cadena local, filial de NBC, de Pocatello (Idaho).

La mayoría de los investigadores y expertos a los que los medios de comunicación estadounidenses pidieron comentarios sobre la «hipótesis» de Stevens declararon que no era seria y recordaron que la «teoría del complot» era una manifestación clásica de la paranoia. Y sin embargo… Fue ampliamente divulgada por los medios de comunicación estadounidenses en los últimos días.

William Match, director de la cadena de televisión en la que trabaja Stevens, declaró a la prensa que consideraba que el meteorólogo tenía derecho a tener una opinión propia y que no veía dónde estaba el problema siempre que Stevens «no implique a la cadena de televisión y a sus propietarios y admita que se trata de su opinión personal».