En plena preparación de la visita del ministro iraquí de Relaciones Exteriores a Moscú, el consejero del presidente iraquí Jalal Talabani, Jalal al-Mashta, concede una entrevista a la agencia de prensa rusa Ria Novosti. Es la ocasión para iniciar la seducción de Moscú. Afirma que su país tiene un amplio margen de maniobra, buena autonomía y que no depende de Estados Unidos. Expresa además que Irak se encuentra en vías de estabilización y que Rusia tendría mucho que ganar desde el punto de vista económico de trabajar con Irak.
Esta supuesta independencia o autonomía de Irak es destruida por al analista palestino Hamden Hamden en Alquds al-Arabi. El autor se rebela contra la propaganda colonial según la cual Irak, país ocupado y cuya constitución redactaron las potencias ocupantes, puede avanzar hacia la independencia. Por otra parte, afirma que las declaraciones sobre la fragmentación de Irak son sólo una maniobra más de la Coalición para mantenerse allí. Hoy, la Coalición trata de imponer un régimen vasallo y la única forma de oponerse a esto es rechazando cualquier texto proveniente de un organismo controlado por las fuerzas de ocupación.
En una entrevista a Le Monde, el imán chiíta de Bagdad, el jeque Jawad Al-Khalessi, comparte este punto de vista y llama a boicotear las elecciones. Hoy, los ocupantes hacen todo lo posible para mantener su presencia en Irak a largo plazo y esto pasa por una división del país en tres. La mejor arma de los ocupantes es Abu Musab al-Zarkaui, cuyo nombre, según el entrevistado, es utilizado después de su muerte para las maniobras de los ocupantes a fin de atizar las tensiones entre comunidades e impedir un acercamiento entre los chiítas y la Resistencia. Estas declaraciones son cercanas a varias informaciones que habíamos revelado en nuestras columnas sobre la implicación de la Coalición en atentados contra civiles iraquíes. La verdadera sorpresa no reside por lo tanto en el discurso del clérigo chiíta, sino en el hecho de que, a partir de ahora, Le Monde, aunque tímidamente, se hace eco de las mismas.
El diario de referencia de las élites francesas, como también el resto de la prensa dominante occidental, ha rechazado considerar la más mínima implicación de gobiernos occidentales, llamados democráticos, en acciones terroristas. A pesar de numerosos precedentes históricos que apoyan estas hipótesis así como de las numerosas incoherencias de los informes oficiales en los atentados en Irak, tanto en Estados Unidos como en Europa esta posibilidad es siempre y por principio rechazada. Sin embargo, en la opinión pública occidental, se desarrolla la tesis de un vínculo entre atentados y gobiernos occidentales. Así, Le Monde se sintió en la obligación de dejar un lugar, aunque marginal, a la expresión de esta opinión alejada de la ortodoxia.

La imagen de la Coalición que ocupa Irak no deja de degradarse en el mundo, incluidos el Reino Unido y Estados Unidos. El sábado, sendas manifestaciones en Londres y Washington reunieron a varias decenas de miles de personas (al menos 100 mil en Washington, y entre 40 mil y 100 mil según fuentes en Londres).
Exactamente antes de la manifestación de Londres, las imágenes de soldados británicos envueltos por las llamas en Basora aparecieron en las primeras planas de la prensa británica, lo que constituyó un nuevo golpe para la propaganda de los ocupantes.

El dirigente de la «Stop the war coalition», Tariq Ali, denunciaba antes de la manifestación la política de Tony Blair en Irak y en el Reino Unido. Como Hamden y Al-Khalessi, afirma que la división de Irak no es la consecuencia natural de la caída de Sadam Husein, sino un objetivo de guerra de la Coalición. El autor recuerda que la división de un país es táctica habitual durante un proceso de colonización y la constitución iraquí va dirigida a ello. Hoy, el gobierno laborista lleva a cabo una guerra contra la opinión de la población británica y la priva de libertad en nombre de «guerra contra el terrorismo».
El vicepresidente del Partido Liberal Demócrata británico, Menzies Campbell, también condena la política de Tony Blair en The Independent. El autor se muestra mucho menos virulento que Tariq Ali y no cuestiona tanto los postulados de la retórica de la ocupación, pero no por eso deja de reclamar la retirada de las tropas británicas de Irak. Considera que la acción del gobierno laborista pone inútilmente en peligro a los soldados británicos y está encaminada a provocar la fragmentación de Irak, de ahí que llame a Londres a reconstruir los servicios públicos iraquíes, a organizar una transición democrática y a retirarse del país en cuanto sea posible.

En los Estados Unidos, una parte de la élite política se preocupa también por la evolución de la situación en Irak. El senador demócrata Joseph R. Biden, quien votara a favor del desencadenamiento de la guerra y en quien se pensó para formar parte de la segunda administración Bush, condena en el Washington Post la táctica adoptada por la Casa Blanca. El autor actualiza las propuestas del candidato demócrata John Kerry durante las elecciones presidenciales: iraquización e internacionalización de la ocupación para descomprometer a Estados Unidos. El senador demócrata considera que para iraquizar la remodelación de Irak es necesario un Irak unido, sin embargo, la constitución propuesta es un factor de división, de ahí que pida el abandono del proyecto y la reescritura del texto. Pide igualmente que los Estados que se habían opuesto al conflicto se asocien en la reconstrucción.
Este punto de vista no es algo aislado hoy en Estados Unidos y provoca la ira de los medios neoconservadores. Como analista que pertenece a este movimiento, al editorialista del Washington Post, Robert Kagan, lo irritan las condenas de la guerra en Irak provenientes de la esfera política y recuerda a los demócratas que ellos también votaron por la guerra, que ellos también la apoyaron y que ellos también participaron en la historia de las armas de destrucción masiva. En resumen, recuerda a sus cómplices que ellos también participaron en el crimen.
Se trata de una lección que no hemos olvidado.