Los acontecimientos de Basora demuestran el peligro al que se enfrentan nuestras tropas. Seis soldados y dos agentes de seguridad británicos ofrendaron sus vidas en Irak en las últimas ocho semanas. Las preguntas en este sentido no deben ir dirigidas a los jefes militares pues éstos hacen lo que consideran necesario en función de la situación. Debemos dirigirnos a los ministros. ¿Qué tienen previsto para enfrentar el auge de la violencia en Irak? ¿Cuándo regresarán las tropas? ¿Cuál es nuestra estrategia de retirada?
Esta guerra era ilegal y se desencadenó a partir de una invención, pero ahora que el Reino Unidos se ha visto involucrado tiene la obligación moral de reconstruir lo que ha destruido en Irak y conducir este país a la estabilidad y a la democracia. Los gobiernos de Gran Bretaña y Estados Unidos han sido incapaces de cumplir estos objetivos y en estos momentos Irak está al borde de la guerra civil y la fragmentación. Las tropas británicas realizan un admirable trabajo y tenemos el deber de exponerlas lo menos posible. También hemos contraído deberes con la población de Afganistán, pero hemos reducido nuestra presencia en ese país para enviar las tropas a Irak. No se trata de la elección más correcta. Debemos retirarnos de Irak de manera progresiva.
Para poder irnos debemos integrar a los árabes sunitas al proceso de estabilización y reparar los servicios públicos. Somos en gran medida víctimas de los acontecimientos y es perentorio que el gobierno aclare su política.
«Blair must deliver an exit strategy for our troops», por Menzies Campbell, The Independent, 21 de septiembre de 2005.