Lo mismo me pasaba con las películas del oeste. Siempre deseaba que triunfara Jerónimo o Sitting Bull, y no por ideología, que de que todavía era vírgen, sino porque veía que los rostros pálidos estaban machacando a los indios.

Me pasa lo mismo con Bush, quien desde el 11 de septiembre fatídico no para de tener contratiempos. Al principio no me gustó nada, por eso de entrar en Bagdad como raudo vencedor, más pronto vi que se trataba de una celada de los iraquíes y di en acercarme a él. Poco a poco, con los muertos norteamericanos que llegaban a EEUU a hurtadillas, me dije, pobre hombre, lo que estará sufriendo y encima España le retirara su preciosa ayuda, inconscientemente otorgada, cierto es. Pero tanto él como Aznar habían creído como parvos y con ingenuidad petrolera lo que les había dicho el sinvergüenza de Salem Chalabi, abogado americano-iraquí, hombre de negocios turbio y acusado de asesinato. En cambio, no le creyeron a El Baradei, quien acaba de obtener el Premio Nobel de la Paz y bien les había dicho que eso de las armas destructivas de Irak era una trangallada.

Me gusta estar ahora con Bush porque le acusan de las torturas de Abu Ghraib, y todo el mundo sabe que la única responsable convicta y confesa es el cabo de cuchara Lynndie England y no su jefe supremo ni Ricardo Sánchez, por ejemplo.

¿Y lo de Nueva Orleáns? La reprochan haber tardado no sé cuántos días en presentarse en la ciudad del desastre y comparan con Fidel, pues por Cuba pasa Katrina y otros ciclones sin causar tantas estragos. Ahí sí que salto.: ¡ Pero señores, si al caballo le gusta galopar de un lado a otro, él estaba de vacaciones en su rancho !

Hay innumerables alegaciones más, pero la última es sin duda la más abrumadora, por haberle tocado en el punto más sensible. Resulta que llega Hugo Chávez y se le ocurre transferir los depósitos que tenía Venezuela en EE.UU y colocarlos en Europa y en América latina para ayudar a los países hermanos. No sé cuantos dólares tenía en EEUU, porque cuando hay tantos ceros a la derecha me entran mareos, tanto más que la cifra no cesa de aumentar al ritmo del precio del petróleo Chávez está decidido a crear un banco latinoamericano que podría ampliarse pronto a otros países del tercer mundo, africanos y asiáticos, para convertirse en un banco mundial.

La verdad es que encajar todo esto acaba con un hombre. Por eso lo vimos tan gastado últimamente. Quiero decirle, si estas líneas llegan a la Casa Blanca, que en Villalba tendrá siempre un apoyo, con bigote o sin él. Mejor sin él, pues maldito el resultado que le dio el otro.

Radiochango