Cuando Viktor Yushchenko destituyó a Yulia Tymoshenko decepcionó a los amigos de Ucrania que habían creído en la revolución naranja. Esa revolución no era el último paso hacia la democracia y todos los pasos no se darán en la misma dirección. Europa y Estados Unidos no deben perder la paciencia con Ucrania. Hay que tener en cuenta el camino recorrido.
En 1991 Ucrania obtuvo su independencia después de tres siglos de dominación rusa y posteriormente soviética, transformó su economía para convertirla en una economía de mercado y estableció buenas relaciones con los Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea. Actualmente participa de la coalición en los Balcanes y en Irak. Asimismo, en el invierno pasado dio un paso importante hacia la democracia. Sin embargo, ese país no es perfecto. Tiene una vida política caótica, su código civil es arcaico, su ejército y su burocracia tienen que sufrir una reforma y la corrupción es endémica. Pero los países de Europa Oriental también han tenido esos problemas; Ucrania, simplemente, partió de un nivel inferior.
La ruptura de la coalición que llevó a cabo la revolución naranja constituye un duro golpe para los reformistas, tal como podrían serlo las elecciones legislativas de 2006. Pero no hay que alarmarse, el hecho de que el nuevo Primer Ministro ucraniano abogue por mejores relaciones con Rusia no debe hacer pensar que Ucrania se separa de Occidente.
Una Ucrania estable es esencial para Estados Unidos. Debe mantenerse la misma política: apoyar la sociedad civil y el Estado de derecho, continuar nuestra cooperación a favor de la reforma y la seguridad, y desarrollar los programas de educación y entrenamiento.

Fuente
International Herald Tribune (Francia)
El International Herald Tribune es una versión del New York Times adaptada para el público europeo. Trabaja directamente en asociación con Haaretz (Israel), Kathimerini (Grecia), Frankfurter Allgemeine Zeitung (Alemania), JoongAng Daily (Corea del Sur), Asahi Shimbun (Japón), The Daily Star (Líbano) y El País (España). Además, a través de su casa matriz, lo hace de manera indirecta con Le Monde (Francia).

«Ukraine: Don’t go wobbly on the orange», por Stephen J. Flanagan y Eugene Rumer, International Herald Tribune, 30 de septiembre de 2005.