George W. Bush se mostró deferente hacia Vladimir Putin durante la última reunión que sostuvieron, actitud que el presidente ruso aceptó con arrogancia, mostrándose simplemente cortés o a veces cáustico con respecto a la política exterior de los Estados Unidos. Desde Yalta, en 1945, no habíamos presenciado un desequilibrio tal en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia (o entre Estados Unidos y la Unión Soviética).
Putin acusó disimuladamente a Estados Unidos de ser cómplices de la masacre de Beslán y trabaja por la retirada de las bases estadounidenses en el Cáucaso. También exige la salida de las tropas extranjeras de Irak. Putin apoya a Irán y prepara maniobras militares conjuntas con China, simulando una invasión a Taiwán. Pero ante el excesivo despliegue de las tropas estadounidenses y después del huracán Katrina, se siente en una posición de fuerza. Si los Estados Unidos no respetan a Moscú, Rusia equipará militarmente a una serie de Estados. El discurso de Putin es: tal vez yo no sea perfecto, pero después de mí las cosas podrían ser peores. Esa política no beneficia a Rusia, pero es la estrategia del presidente ruso.

Fuente
Washington Times (Estados Unidos)
Propiedad del reverendo Sun Myung Moon (Iglesia de la Unificación).

«[Obseqiousness toward Putin->http://www.washtimes.com/op-ed/20050929-085134-5477r.htm», por Andrei Piontkovsky, Washington Times, 29 de septiembre de 2005.