Cuando el “consenso”, majadería inventada para pasar por el aro infinidad de temas, determinó, por más de 90 votos en el Congreso, que Beatriz Merino era la nueva comisionada en la Defensoría del Pueblo, surgió la ilusión que aquella vendría a un puesto por el que había luchado, declinado y luego aceptado con renovado entusiasmo. Ignoro si hay un plazo legal para que asuma la posta, sin embargo ¿qué es eso que recién llegará al Perú a mediados de noviembre?

Las cuitas particulares, profesionales, personalísimas de Beatriz Merino, importan un ardite, porque de lo contrario habría que pensar que ella considera que la DP es una poltrona, ahora segura, que puede esperar su volitiva disposición de retorno. ¡Aquí hay un tiempo político que pasa por recordar que durante largos años hubo un precario y mediocre encargado de la DP! Si para Beatriz Merino, la DP, puede esperar otro mes más, entonces ¿por causa de qué impulsó el susodicho consenso en favor suyo?

Las instituciones peruanas, maltrechas, envilecidas, aherrumbadas y en las que básicamente casi el 90% de los habitantes, no cree, no merecen un trato así. No conozco a la señorita Merino, pero a cualquiera que se comportase de este modo, como si fuese dueña de lo que es apenas un recado congresal, hay que decirle que ¡el pueblo está vigilando y ay de quienes decepcionen sus esperanzas!

Cúpome, durante el libérrimo ejercicio periodístico de meses y años pasados, señalar las clamorosas fallas del señor Walter Albán quien, en gesto que le enaltece, logró convencerse que nadie lo quería en la solución continuista que él promovió en el Congreso. Denuncié lo que a mi juicio fueron yerros monumentales y barbaridades en las que incurrió por impericia, manifiesta e indiscutible mediocridad y lo hice en blanco y negro y de modo público. De algún modo, puse en evidencia que las cosas estaban funcionando mal, muy mal, en la DP. Cumplí con mi deber y hasta fui zaherido por esa noble misión. Por tanto, tengo el mismo derecho para reclamar que el sillón de mando de la DP, deba ser ocupado ¡lo antes posible!

No deja de ser notable que luego que refundieran voluntades y declinaran sesgos, los partidos políticos que dieron 92 votos para Beatriz Merino, ahora no digan nada, se callen en todos los idiomas y estén dispuestos a aceptar que el mandato que ellos otorgaron, se cumpla el buen día que Beatriz Merino, decida asumirlo. ¿Y qué ocurriría si la señora de marras considera que es mejor volver en verano, es decir en los meses de enero, febrero y marzo? ¿seguirán los legiferantes tan mudos como hasta hoy?

La DP requiere que su novísima titular, Beatriz Merino, agarre las riendas de su comando, limpie la institución de rémoras producidas por la compadrería generalizada y sanee lo que hasta hoy ha sido un botín de grupos políticos más interesados en asegurar las quincenas y los fines de mes, a través de soluciones paliativas e interminables talleres ociosos, que en resolver la raíz de genuinos entrampamientos que configuraron atropellos a los derechos del pueblo. Si no hace eso, estoy seguro que su experiencia le dictará el pronóstico de un veredicto anticipado y sumamente negativo. ¿Será esta la opción escogida por la Merino? ¡Me niego a creer en semejante barbaridad! Entonces que tome el primer avión y que venga a cumplir con su deber. El resto de excusas son boberías intragables.

Sería necio que estemos en el pórtico de un gran alboroto que equivalga tan sólo a fuegos artificiales de enorme luminosidad pero ficticios al 100%. La señorita Beatriz Merino tiene el deber ineludible de demostrar que su enorme talento estará al servicio de la defensa del pueblo y no del mantenimiento del abusivo y aberrante status quo que sólo mata las esperanzas populares, aniquilando, de paso, cualquier democracia.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!