Algunos precipitan a Lourdes Flores como la futura presidenta de la república, una opción difícil de roer, sobre todo más ahora cuando los diferentes resultados muestran que está infranqueablemente en el primer lugar, mientras Paniagua, García, etc, aparecen como segundones. Los motivos que hacen a los candidatos tengan sendos lugares pasa por presencia, actitudes, aptitudes. Ideas de fondo ninguna, debates para quebrar el sistema de miseria que azota el país ninguno. Lo de Humala y Salinas
empieza a tomar fuerza.

¿Pero quién representa una opción diferente, o sea, quién representa al pueblo? El frente Social de García se diluyó a fuerza de errores propios, se supuso una combinación de masas que englobe al país a una opción diferente, la realidad es que quedó como mera promesa rota por el desgaste de cinco años de campaña, su argumento de que la tercera vía podía ser un mero paliativo para el laberinto que deja la economía de mercado sufrió el revés.

Lourdes Flores, con el apoyo mediático a su favor, representa el pregón de los últimos quince años, el mercado y su ley siniestra que regula la economía, el crecimiento económico pasa por dejar en manos del neoliberalismo, las mismas recetas que cubrieron el clima de la región con nubes de desencanto, Paniagua junto a Salinas poseen ambos el buen talante pero también la misma precariedad ideológica, el primero no sale del lastre de su gobierno efímero y el segundo, qué duda cabe, que no tiene mano para dirigir un país como el nuestro. ¿Y las izquierdas? Se ha logrado su recomposición en un Frente Amplio pero bajo el acomodo en un Humala cauto hasta ahora, la izquierda no dudaría en apoyar al líder del movimiento nacionalista, pareciera el mismo caso de Chávez, del putsch al sillón de gobierno.

El pueblo anda en busca de un líder que sea capaz de darle esperanzas, el agotamiento y el deterioro que ha sufrido la política en sí marca un punto a favor de alguien que sepa generar una corriente de opinión sincera. Esto es poner en la agenda el debate principal, darle viabilidad al país. Al respecto, aún aventurando a dar por ganador a alguien, es necesario esperar, si ese líder llega, y aunque Humala está creciendo, nada está dicho, pero es el único que genera sentimientos de contradicción, autoritarismo y mano dura, ese que tanto ansiamos los peruanos y un nacionalismo étnico que hace temer a la derecha y parte de la izquierda que lo ve sin dirección ideológica.

Así es que, ¿para qué dar de ganador cuando aún falta mucho? Y, sobre todo, ¿para qué dar por perdedores a otros? cuando los debates centrales prefieren no tocarse sino soslayarse.

El pueblo decidirá al final.