Todos los gobiernos coinciden en la necesidad de poner fin a la proliferación de armas nucleares. Es indispensable el respeto estricto del Tratado de No Proliferación (TNP). Hace dos años, Irán debió reconocer ante el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que construía infraestructuras para el enriquecimiento de uranio. Además, ese país continúa perfeccionando cohetes balísticos capaces de ser los vectores de armas nucleares. Esos elementos hacen temer que el programa nuclear iraní no sea únicamente con fines pacíficos. Deberíamos de haber informado al Consejo de Seguridad de la ONU sobre este tema, hace dos años, pero preferimos encontrar una solución que permitiera a Teherán demostrar que su programa era realmente pacífico.
Pedimos a Irán que restableciera la confianza, suspendiendo todas sus actividades de enriquecimiento y reconversión de uranio mientras discutíamos acuerdos aceptables a largo plazo. En noviembre de 2004, durante la firma del Acuerdo de París, Irán lo aceptó. En caso de éxito de ese proceso, se fortalecería el programa de No Proliferación. Por el contrario, de persistir Irán en la misma vía, las regiones más frágiles del planeta se desestabilizarían; el TNP y el objetivo de hacer del Medio Oriente una zona sin armas de destrucción masiva serían gravemente afectados. Pero, el mes pasado, de forma unilateral, Irán reinició su programa de conversión de uranio en Isfahan.
Irán pretende que sólo ejerce su derecho al desarrollo pacífico del sector nuclear y presenta el diferendo actual como la oposición entre el mundo desarrollado y un país en desarrollo. No cuestionamos el derecho de Irán a disponer de un programa nuclear civil y ese es uno de los puntos en juego en las negociaciones, pero el TNP plantea deberes y dudamos que las ambiciones nucleares de Irán sean sólo pacíficas. En efecto, hace ya 20 años que Irán tiene un programa nuclear clandestino que negó durante mucho tiempo. También pretendió no haber beneficiado de ninguna ayuda extranjera, pero recurrió a las mismas redes secretas que Libia y Corea del Norte. Según Irán, las fábricas de Natanz e Isfahan están encargadas de suministrar el combustible nuclear a las centrales civiles, pero éstas no existen. La única en construcción, por acuerdo, dice estar alimentada por Rusia. En el mundo, 31 países poseen centrales nucleares, pero no todos producen combustible.
Irán rompió las negociaciones y ni siquiera se preocupó seriamente por estudiar nuestras propuestas de acuerdo a largo plazo. Quisimos reactivar las discusiones, pero en su discurso en la ONU, el presidente Mahmud Ahmadineyad no mostró ninguna flexibilidad. Si Irán persevera en la vía que sigue actualmente, los riesgos de proliferación son demasiado elevados. Esperamos que todos los miembros de la comunidad internacional permanezcan unidos.

Fuente
Le Monde (Francia)
Wall Street Journal (Estados Unidos)

«Iran: rétablir la confiance», por Philippe Douste-Blazy, Joschka Fischer, Javier Solana y Jack Straw, Le Monde, 22 de septiembre de 2005.
«Iran’s Nuclear Policy Requires», Wall Street Journal, 22 de septiembre de 2005.
«Iran muss daran arbeiten, wieder Vertrauen zu schaffen», servicios de prensa del ministerio alemán de Relaciones Exteriores,
22 de septiembre de 2005.