Reveló anoche el ex parlamentario Eduardo Villena, en la presentación del libro de Raúl Wiener, LAP: un fraude en 3 letras, que el ex presidente transitorio, Valentín Paniagua le había respondido ante su viva protesta por lo que entonces iba a ser –y a la postre fue- el contrato de concesión del Aeropuerto Jorge Chávez a Lima Airport Partners con esta frase digna de la peor antología jurídica: “quédate tranquilo, con una addenda, Villenita, lo arreglamos después”.

Como presidente de la Comisión de Transportes del Congreso que sobrevivió al régimen del nipón huido Kenya Fujimori, Eduardo Villena buscó expresar sus profundas desconfianzas al contrato de concesión que ya maceraba con deleite una pandilla de vivos que tenían por cometido regalar el Jorge Chávez. Entonces buscó al inquilino provisorio de Palacio y recibió por respuesta lo antedicho. En buen romance, para Paniagua todo era un asunto abogadil que se podía auscultar mejor a posteriori.

El contrato de concesión del Aeropuerto Jorge Chávez, resultó con los años una engañifa a gritos. No trajo capitales la empresa concesionaria, Lima Airport Partners, LAP, pero sí comprometió el aval del Estado peruano ante dos préstamos, alemán y norteamericano, por el orden de US$ 125 millones de dólares. No habrá segunda pista porque una addenda mañosa, la No 4, así lo dispone y porque, además, el Estado no ha puesto en marcha los dispositivos legales y financieros para la compra justipreciada de los terrenos aledaños al primer terminal. Las irregularidades, su insularidad exclusiva y excluyente, los precios carísimos (los más altos del mundo), su cosmética abrumadora, en fin, el rosario de yerros que Raúl Wiener pone en evidencia en su estudio documentado, hacen de este adefesio, una de las peores acciones en que tres gobiernos, Fujimori, Paniagua y Toledo, metieron la pata de manera escandalosa.

¿Cómo es que quienes debieron haber actuado en nombre de los intereses del Perú, no lo hicieron? Todo indica que la impotencia de Eduardo Villena con su reclamo ante el presidente transitorio Valentín Paniagua, quedó como un hito simbólico porque la concesión se llevó a cabo, se sancionaron los extremos legales pendientes y Ositran, la entidad responsable del fiel cumplimiento del contrato de concesión, simplemente se encargó de dar la razón en todo a LAP. Son cuatro las addendas hechas a este convenio ¡en menos de 5 años! ¡Qué desverguenza!

En el Perú hay figuras y figurones, tan malos o peores que los que denunciaba Manuel González Prada. Estúpidos químicamente puros, vanidosos descarados, idiotas inanes, son, por la fábrica de prensa muy bien pagada, tomados como “analistas, estrategas, politólogos, científicos sociales” y demás títulos. Esos son los que desfilan, en su inmensa mayoría y con poquísimas excepciones, por la televisión, la radio y los diarios en blanco y negro. Dicen naderías, pero la corte cómplice, troca sus bufidos en sentencias y sus eructos en cumbres intelectuales. ¿Qué hay de quienes, forjados en el derecho, actúan chuecos y en complicidad, real o aparente, con los grandes intereses de empresas que sólo vienen a lucrar al Perú y no a favorecer un plan integral de desarrollo?

Lo revelado por Eduardo Villena ante un público abigarrado y entusiasta por la convocatoria, tiene ribetes de excepcional confesión: ¡un ex presidente que se hace de la vista gorda ante un contrato mañoso y lesivo al interés nacional! ¿Qué tiene que informar Valentín Paniagua Corazao frente a una circunstancia tan delicada como esta? ¡De poco valen las explicaciones y circunloquios a que acostumbran recurrir los sofistas reputados como irrespetables! No pocas veces, estos entreguismos, los convierten en escupibles y candidatos al fusilamiento cívico por calles y plazas. ¿Y así quieren que la gente vote por ellos?

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!