Tres años después de que George W. Bush se refiriera a Irán como parte del «Eje del Mal», su gobierno no ha logrado mantener una política coherente con respecto a la República Islámica, actitud que explotan los iraníes. Irán, por el contrario, se ha alineado con los conservadores desde la victoria de Ahmadineyad. Los Estados Unidos han querido involucrar a la Unión Europea, pero las discusiones han fracasado. En estos momentos Washington y Teherán buscan asociados en el Consejo de Seguridad de la ONU.
China, Rusia y la India se oponen a que el caso se ponga en manos del Consejo de Seguridad; Alemania ha rechazado cualquier tipo de acción militar y, lo que es más importante aún, el director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Mohammed El Baradei ha rechazado toda intervención del Consejo de Seguridad. Asimismo, considerando el antecedente iraquí, será difícil convencer a las dos terceras partes de los representantes del OIEA con un expediente que proviene de los servicios de inteligencia. Todo eso le hace ganar tiempo a Teherán. La situación no tiene posibilidades de solucionarse cuando Bielorrusia, Cuba y Egipto estén en el OIEA.
Actualmente, el índice de popularidad de George W. Bush está en su nivel más bajo y el precio del barril de petróleo es de 67 dólares. Teherán, por tanto, espera que Washington siga sin tomarlo en cuenta. Resulta apremiante definir una política coherente.

Fuente
Daily Star (Líbano)

«Caught between Iran and a hard place», por Sanam Vakil, Daily Star, 23 de septiembre de 2005.