La semana pasada, los asiáticos recibieron dos noticias; una buena de Pekín, donde se llegó a un acuerdo sobre el problema nuclear norcoreano, y una mala de Viena donde se encuentra empantanado el problema nuclear iraní. El texto firmado en Pekín recibió felicitaciones del mundo entero. Corea del Norte abandonó su programa nuclear y se adhirió de nuevo al Tratado de No Proliferación. En contrapartida, los otros cinco países negociadores reconocen el derecho de Pyongyang a contar con un programa nuclear civil. Las negociaciones de Pekín fueron difíciles, pero se llegó a un acuerdo y en noviembre deben celebrarse nuevas reuniones para concluirlo. Este éxito debe servir de inspiración en el caso iraní. ¿Qué lecciones podemos sacar de ello?
 En el caso norcoreano, los cinco Estados realizaron entre ellos numerosas consultas. Pyongyang, por consiguiente, pudo llevar a cabo sus discusiones sobre la base de posiciones claras.
 Hubo un intermediario capaz de representar un vínculo entre todas las partes presentes: China.
 Corea del Norte se vio beneficiada con una contrapartida interesante desde el punto de vista político y económico después de abandonar su programa nuclear.

Fuente
Ha’aretz(Israel)
Diario de referencia de la izquierda intelectual israelí. Propiedad de la familia Schocken. Tirada de 75,000 ejemplares.

«North Korea vs. Iran», por Young Sam Ma, Ha’aretz, 27 de septiembre de 2005.