A propósito de la acertada y sesuda reflexión de Federico Bernal en su ensayo "Emancipación latinoamericana y soberanía energética" de la Red Voltaire del 25-10-2005, es importante rescatar definiciones de quienes a través del siglo XX, enfrentaron y confrontaron el ataque dogmático y totalitario de la plutocracia económica de Perú, como fue el caso de Víctor Raúl Haya de la Torre Jefe y Fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana, APRA.

Decía Haya de la Torre:" La unidad económica y política latino o indoamericana es un planteamiento que va ganando aceleradamente, ya, la conciencia de nuestros pueblos. Ha dejado de ser una "utopía", como tantas veces se nos dijo cuando en 1924 formulamos el sucinto programa continental del APRA que daba contenido positivo, realista, a una idea vagamente insinuada en la etapa "lírica" del latinoamericanismo, anterior a la primera guerra mundial."(1)

"Bolívar fue su enunciador concreto.Pero antes que él, la idea había sido enhestada, primero, por el admirable y olvidado Miranda con su unificador proyecto visionario del "Incanato". Después, por el Padre Hidalgo, quien se llamó a sí mismo "generalísimo de las Américas" en 1810. Seis años más tarde, por el ínclito Belgrano, gestor del Congreso de Tucumán, cuya acta final dice inicialmente: "Nos, los representantes de las Provincias Unidas de Sudamérica". Y, en 1824, por Monteagudo, expositor metódico de los planes de federación continental, cuyas son estas palabras: "Ningún designio ha sido más antiguo entre los que han dirigido los negocios públicos durante la Revolución que formar una liga general contra el común enemigo y llenar, con la unión de todos, el vacío que encontraba cada uno en sus propios recursos."

Desarrolla Haya en su magnífico artículo, los esfuerzos frustrados del siglo XIX por los próceres libertadores de Indoamérica, entre los que señala a Pueyrredón, San Martín, O’Higgins, Santander, Santa Cruz, Sánchez Carrión, Morazán y otros, que vieron esfumarse el Congreso Anfictiónico de Panamá, al que también fue invitado el Brasil, monarquía entonces, la disolución de la Gran Colombia, de la Confederación Peruboliviana y de la Unión de Centroamérica.

Pero fueron dos movimientos de diversa procedencia y fisonomía, pero de profunda repercusión americana, los que marcaron el camino de las mentalidades unionistas: la Reforma Universitaria, que conmociona a nuestras juventudes desde Córdoba, al sur, hasta México, al norte, en su revolucionaria etapa de 1918 a 1921 -movimiento no específicamente político, mas sí de inspiración continentalista- y la Revolución Social Mexicana, iniciada en 1910 y culminante con la Constitución de Querétaro en 1917.

"Con la Reforma Universitaria, o revolución estudiantil "contra los virreinatosdel espíritu" -cuyo histórico primer Manifiesto invoca "la redención espiritual de las juventudes de América como su única recompensa"- toda una generación había visto claro el destino común de nuestro continente a la luz de su problemática cultural. Con la Revolución Mexicana, todos nuestros pueblos advirtieron que algo grande y nuevo surgía de ellos, frente a realidades económico-sociales que eran intransferiblemente suyas".

Prosigue Víctor Raúl : "Del doctrinarismo ruso lo que más nos importaba era su nueva definición del imperialismo económico. O sea, el expansionismo, por desborde, del sistema capitalista desde sus sectores cimeros de superdesarrollo hacia las zonas retrasadas o subdesarrolladas del mundo y las contradicciones que en éstas determina aquella inevitable intrusión hegemónica". Frente a esta nuevo panorama del mundo " respondimos los apristas aplicando a nuestra réplica una condicionalidad relativista de espacio y tiempo: "El imperialismo económico es la última o superior etapa del capitalismo, pero sólo en los países superindustrializados; en los de economía precapitalista, colonial o incipiente viene a ser la primera etapa". El área latino o indoamericana corresponde a esta última clasificación. por tanto, el fenómeno imperialista tiene una fisonomía típica, diferente en nuestra América; un caracter opuesto al que prsenta en los territorios del mundo donde el capitalismo industrial ha culminado y desde donde se imparte. Lo que allá es "superior" y "último", aquí es "inferior" y "primero". Y de esta contraposición de condiciones objetivas se infiere el postulado de que en nuestro siglo la iniciación y cumplimiento del período de industrialización de los países retrasados debe realizarse bajo la égida del imperialismo económico, en tanto el sistema capitalista mantenga su predominancia en el mundo."(2)

Haya de la Torre, participó en el Primer Congreso Antimperialista Mundial de Bruselas en Febrero de 1927, que se desarrolló en el Palacio de Egmont y demostró que su tesis sobre el imperialismo en Indoamérica, tenía 4 zonas de influencia: la zona mexicano-caribeña, el Brasil, la zona del Pacífico y la zona del Plata. En esa época se concluía que "Nuestro continente latino o indoamericano necesita y debe industrializarse. esta etapa de su evolución histórica no puede suprimirse. Para industrializarse requiere capitales y ayuda técnica que no pueden provenir sino de donde ellos existen. Luego la América Latina, como un todo, confronta forzosamente esta realidad: servirse del imperialismo económico, vale decir, de la importación de capitales necesarios para su desenvolvimiento industrial, y defenderse del imperialismo político que aquél lleva implícito. A fin de cumplir ambos propósitos la América Latina debe unirse económica y políticamente. Porque su industrialización exige planes continentales propios y coherentes que correspondan a la problemática de su magnitud regional."

"Ningún Estado latino o indoamericano podrá cumplir una efectiva transformación socioeconómica integral aisladamente. Ninguno, tampoco, podrá lograr el revolucionario equilibrio de servirse de la economía capitalista extranjera para constituir una propia, progresar y resistir, sin malogro, a los inevitables excesos del imperialismo. Sólo hasta un muy limitado término infranqueable podrá conseguir la instauración de un sistema autonómico,.emancipado, económico-social, en tanto no condicione su esfuerzo renovador con su coordinación continental defensiva."

Es admirable, cómo la propuesta aprista de Haya de la Torre, enunciada entre 1928 y 1936 se adelantó a su época y cómo en el presente, frente a los cambios que han dado otra fisonomía al mapa mundial, con la caída del muro de Berlín, la disolución de la Unión Sovietica, el giro industrial capitalista que ha tomado China y la India, asi como la consolidación de la Unión Europea, que nos hacen ver bloques de pueblo-continentes, incluyendo entre ellos a EEUU y Canadá, la globalización de los intercambios, el destino de nuestra patria continental es el de la unidad.

"Tratar con el capitalismo es tratar con el imperialismo económico,que es su forma actual de superada evolución y de comportamiento.
¿Como tratar? He ahí la gran cuestión"(3).

Federico Bernal, apuesta a que "Los problemas de la revolución latinoamericana deben ser estudiados y resueltos por los propios latinoamericanos. Consecuentemente, la cuestión energética (entre otras la petrolera) deberá resolverse y replantearse desde la doctrina de los libertadores, a su vez actualizada: la clave al dilema fundamental que se interpone en el camino de la emancipación latinoamericana radica en que sin fusión interestatal de las petroleras no habrá soberanía energética, pilar fundamental para activar una política industrial soberana, a su vez, crucial para alcanzar el desarrollo endógeno que consolidará nuestro proceso revolucionario".

"Actualmente, es de vital importancia acertar en el tratamiento y resolución de la cuestión nacional en América Latina, de donde el proceso de fragmentación fue y es la clave de nuestra dependencia semicolonial y del sojuzgamiento padecido por cada una de sus partes. En pleno siglo XXI la cuestión nacional aún irresuelta pasa por la reunificación política, económica y militar de los Estados al sur del Río Grande".
"El desafío es doble y consiste en integrarnos y desarrollarnos, pero de manera autónoma y según nuestros propios moldes y parámetros"

Concluye Federico Bernal " No es sólo para vencer al imperialismo que la revolución latinoamericana debe su existencia y su destino, sino -y del mismo modo que Bolívar y San Martín se lo planteaban - para arrancar de la pobreza y la humillación extremas a decenas de millones de latinoamericanos. Una vez encaminados de esta forma , los trabajadores y demás sectores sociales oprimidos verán que es posible una América Latina desarrollada, libre, digna y justa. En definitiva y para finalizar, no sólo debemos apoyar la creación de una empresa multiestatal de hidrocarburos sino que -más importante aún e intrínsecamente conectada- debemos trabajar para la creación de un nuevo modelo económico y social para los latinoamericanos. La Patria Grande soberana será una realidad, social económica, cultural y militar palpable o será veintitantas patrias chicas eternamente agobiadas por la dependencia y la depredación imperialista."

Saludo sin ambages esta propuesta, que coincide plenamente con el espíritu unionista e integrador por el cual luchó y sufrió persecución, carcel y destierro, nuestro compañero fundador del APRA, Víctor Raúl Haya de la Torre en el siglo XX. Vista y enfocada desde la perspectiva energética, con la espectante circunstancia que acontece en Venezuela y los cambios que siguen operándose en el mundo, es motivo de necesario dialogo. De intercambio de posibilidades entre quienes apuestan en esta hora indoamericana por la solidaridad humana con las grandes mayorías desposeídas y de menores ingresos de nuestro Pueblo Continente, para plantear de veras, alternativas viables en el futuro inmediato.

Concluiremos también, colocando el colofón del artículo referido de Víctor Raúl: "Industrializar, tecnificar coherente y orbitalmente nuestra economía; impulsarla con todos los elementos que son hallazgo de los prodigiosos descubrimientos del hombre de hoy; salir del primitivo y subalterno régimen de una agricultura latifundista y retardataria; superar una producción y cambio circunscritos, unilaterales, subsidiarios, cuyos índices son proporcionalmente bajos, eran nuestros primeros enunciados genéricos inspirados en el programa de la Revolución Mexicana para un confrontamiento realista de los similares problemas continentales. Con ellos, el reforzamiento de una democracia social, económica y política, orientada hacia la inalienable defensa de los derechos del hombre como ciudadano y como trabajador, a la vigencia de la justicia con libertad y hacia el equitativo equilibrio de los diversos factores constructivos, internos y externos, de un nuevo ordenamiento jurídico. Empero, su instauración no podía y no puede ser tarea aislacionista de "cada país". Ella exige un adecuado planeamiento general, concordancia y cooperación de dispositivo y cumplimiento, allende las fronteras estatales -que no son las económicas, a las cuales aquellos problemas engloban- y referidas al grandor y complejidad de una región infragmentable como es la latino o indoamericana. Pues si han resultado probadamente quiméricos los patrióticos sueños de insulares autarquismos que encandilaron a buena parte de nuestros miméticos políticos, de quienes fue fracasado lema el de "consumir lo que se produce" y viceversa, también aparecen ilusorias las esperanzas de los "nacionalistas revolucionarios" que predicen un solidario salto transformador en cada república. Por la muy sencilla razón de que los poderes y sistemas opresores, anacrónicos y modernos, cuyas injusticias se pretenden abolir y suplantar, son de dimensión y predominancia continentales."


(1).- "Problema e Imperativo de la Unidad Continental" artículo escrito en Roma por Víctor Raúl Haya de la Torre, aparecido por primera vez en la Revista "Política" de Caracas, Nº 9 mayo de 1960.
(2) Ibid.
(3) Ibid.