No puedo dejar de escribir sobre el tema de la reelección, pero confieso que lo hago un poco a regañadientes, y solo con la esperanza de que esta columna sea otro ejemplo que contribuya a la sobre exposición del presidente en los medios y así a largo plazo, por el bombardeo de artículos, milagrosamente resulte no elegido. Puede ser consuelo de tontos. Es más lo que los gringos llaman “wishful thinking”, porque los colombianos tenemos un teflón inquebrantable, y las probabilidades realistas de que Uribe no sea reelegido, son mínimas siempre y cuando, claro está, no pase lo de la ley de garantías. Esa es la única esperanza que tengo, y lo digo abiertamente: espero que esta vez la corte sí tome la decisión que es. De lo contrario seremos testigos de unas elecciones llenas de radicalismos, no precisamente por partidos, sino por mesianismos, que lidiarán la batalla en el campo de los medios.

Reelección aprobada = Uribe presidente

Esta reelección desafortunadamente tiene nombre propio. La idea en sí no es mala, no creo que sea antidemocrática, lo que ha sido malo es que se haya hecho pensando en el futuro de un solo hombre y los sectores que su mandato ha favorecido, y que por ningún motivo, creo yo, corresponden a la mayoría. No se puede apoyar una reelección y declarar abiertamente un plan B por si no se aprueba legalmente, como lo hicieron algunos “uribistas”. No se puede tomar un instrumento válido como el voto en blanco y utilizarlo de manera viciada para tomar el poder por la fuerza. En ese sentido, y sólo por salvaguardar la institucionalidad de algunos elementos de la democracia, apruebo que la corte haya fallado a favor de la reelección, sin dejar de sospechar sobre las presiones que motivaron a los magistrados.

Ni hablar del derecho de igualdad. Uribe salió a decir, después de conocer el fallo de la corte a su favor, que se debía agilizar rápidamente la posibilidad de reelección para alcaldes y gobernadores. En el noticiero a la mañana siguiente, el mismo Uribe aparecía en un video cuatro años antes, cuando apenas era candidato, declarándose en contra de tal movida. Pero este país tiene una gran capacidad de olvido, y las opiniones suelen cambiar en la política sin problema, sin reproche, sin memoria. Y en contra de tal movida se encuentran la mayoría de los ciudadanos que no parecen tener mucha fe en sus gobiernos regionales y locales (las ironías de la democracia) pero sí consideran válida la reelección para “Súper Uribe”. Según la encuesta de la revista Semana, solo un 40% estaría de acuerdo con que la reelección también sea una posibilidad para alcaldes y gobernadores.

El fallo de la corte a favor de la reelección ha sido entendido por la gran mayoría de la gente como que Uribe ya ganó las elecciones del 2006, se reposicionará en el cargo el próximo año y estará en el poder durante los siguientes cinco años. Este mensaje le está diciendo a los ciudadanos, faltando todavía varios meses para los comicios y sean ellos uribistas o no, que no salgan a votar, o que voten solo por Uribe. No deben salir a votar los no uribistas, por que van a perder su voto, será una pérdida de tiempo, y además a nadie le gusta votar por un candidato que seguro resultará perdedor. Y a los uribistas les está diciendo “tranquilos, Uribe ya ganó”. Inclusive algunos de los asesores del presidente candidato le han recomendado no hacer mayor cosa por su campaña política, porque le va mejor haciéndose el desentendido y trabajando juiciosamente. La pregunta es, ¿como candidato o como presidente?, porque en Uribe estas dos figuras ya no se pueden divorciar. Así que no nos extrañemos si Uribe no pasa la primera vuelta, no por no tener la mayoría de los votos, sino por que aquí nos da pereza votar, y más cuando solo se piensa en un candidato ganador, por aquel típico pensamiento del “Ya pa’ qué.” Seguramente se espera que el “Mesías Uribe” gane por voluntad de Dios, por que se cree que es “el único que nos puede salvar” (me encanta que todavía haya gente que crea en la salvación, por que eso implica que esa supuesta sensación de seguridad todavía deja dudas, y que aquí queda mucho por salvar).

¿Salvarnos de qué? No del paramilitarismo-narcotraficante que ha visto con muy buenos ojos la aprobación del fallo de la reelección. Al parecer en Ralito están dichosos. Tampoco del TLC, por que Uribe quiere que eso “salga rapidito”, sin importar las consecuencias. Tampoco de las FARC. Ahora más que nunca está claro que la política de seguridad democrática no ha podido todavía con las Farc, y mucho menos ha permitido un acuerdo negociado. Del clientelismo, la corrupción y la politiquería, no lo sé. Lo que sí sé es que en materia de inversión social, este gobierno se ha quedado corto. Seguramente el lema de esta nueva campaña será algo así como “mano solidaria, corazón generoso”, para tratar de darle por lo menos el giro discursivo. Los otros precandidatos, así sea con un discurso anticuado y trillado como el de Serpa, tratarán de hacer de éste el eje de sus propuestas.

Blanco o negro

Este tema de la reelección no tiene puntos grises. O uno lo apoya y lo acepta y lo entiende como que el país se merece otros cuatro años del “mejor presidente”, o lo critica y lo rechaza de frente, y se declara abiertamente opositor del presidente-candidato. Es una lástima que esto haya generado tanta polarización en un país de radicalismos y odios. Es más, me parece peligroso. La figura de un presidente-candidato no debe ser vista como fetiche de adoración total u odio visceral. Por eso creo que estas elecciones, si se aprueba la ley de garantías, serán difíciles, serán peligrosas, y espero que por el bien del país, todos los candidatos, empezando por el presidente, refuercen muy bien su seguridad, porque un atentado contra la vida de cualquiera de ellos, será más leña para el fuego de los radicalismos a los cuales nos estamos enfrentando desde ya.

La polarización se empieza ya a notar también entre los partidos. Pero es una polarización derivada de los “ismos”, no de partidos de tradición sino a partir de iniciativas en torno a supuestos caudillos dentro de la línea del uribismo o la línea del contra-uribismo. Esta ya no es una contienda entre liberales o conservadores. Para empezar, el gran ausente de este debate ha sido el Partido Conservador, que está todavía muy guardado y posiblemente decida apoyar al presidente Álvaro Uribe. El propio ex presidente conservador, Andrés Pastrana, le dijo en entrevista a Yamid Amat que el único hombre que podría lograr la paz en Colombia se llama Álvaro Uribe. La izquierda, y estoy hablando concretamente del Polo, está más débil que nunca, irónicamente por diferencias internas. En este momento debería empezar a pensar en bloque y no en irse lanza en ristre contra el alcalde Lucho Garzón y cambiar un nombre que ya ha ganado cierta aceptación entre la opinión pública.

Se está hablando inclusive de una coalición de centro-izquierda, incluido el liberalismo, y a la cabeza de ella, el ex presidente César Gaviria, como el único que podría darle la batalla como candidato a Uribe. Gaviria ha dicho que no va a lanzarse a la contienda ni en el 2006 ni en el 2010, y decir que él es el único que nos puede salvar, cuando él no quiere, tampoco sirve para nada. Los precandidatos, sin importar el partido, ya deben tener listo un plan B, y de aquí es posible que resulten varios candidatos a la alcaldía de Bogotá (si tanto amor por la patria sienten, sería muy bueno que alguno se lanzara a la alcaldía de Cartagena). Personalmente, no creo en estas supuestas alianzas de partidos. Allí hay mucho protagonismo individual y ganas de llegar al poder, y no precisamente por ideologías compartidas. La unión, en estos casos, no hace la fuerza.

Lo peor es que hay quienes piensan que las únicas que podrían tumbarle el sueño de reelección a Uribe son las Farc, a través de un escalamiento de atentados terroristas en su contra. Qué horror pensar así. Pero aún si ese fuera el caso, el peor de los casos, lo único que resultaría de eso sería una mayor popularidad para Uribe, el máximo héroe, el último hombre en la línea. Si se trata de eso, ya que al muñequito de Chávez lo visten con uniforme militar, podrían empezar a diseñar la pinta de guerrero del Uribito.

Lo que es más crítico es que los medios de comunicación se presten para ese juego absolutista de a favor o en contra. Hay que tener un balance de opiniones presentando diferentes puntos de vista. En estos tiempos es clave no perder el propósito de la ecuanimidad, partiendo de la premisa que no hay tal cosa como la verdad y la objetividad pura, pero sí como ideal del oficio, y de lo que se debe buscar si se quiere ser responsable con el público. El papel de los medios en esta contienda electoral va a ser de suma importancia. Y aunque los medios impresos son los que van a proyectar los debates más calientes, y espero también los más inteligentes, no creo que los artículos, como este por ejemplo, resulten determinantes a la hora de influir a los votantes. Esta campaña electoral se juega ante todo con imágenes. La pelea se dará con fotografías, con televisión, y de alguna manera también a través de la radio. Este país no lee prensa, pero sí ve mucha televisión, y oye la radio de vez en cuando. Así que habrá que afinar muy bien los sentidos y volvernos televidentes y radioescuchas muy críticos.

En Palacio ya se están haciendo preparativos para la campaña, y desde ya se ha prohibido televisar los concejos comunales, tan eficaces, y tan populistas. Ya era hora de que se tomara alguna medida para frenar un poco el recorrido que lleva Uribe como presidente-candidato en los medios de comunicación. De todas formas hay que ser realistas y saber, para bien o para mal, que ya nadie le quita lo bailado.