La producción nacional del maíz amarillo duro al 2003, fue del orden de 1’100,000 toneladas métricas en cerca de 300,000 hectáreas con una productividad promedio de 3.76 TM/ha; que debe haber subido un poco por el impacto de pequeñas “cadenas productivas” organizadas a partir del ministerio de Agricultura y otras también pequeñas iniciativas privadas, que han logrado productividades de 8 a 10 TM/ha.

En el año 2004 se importaron 1’086,952 TM de maíz (de una calidad pálida y sin germen –proteína- que le es extraído antes de exportarlo al Perú, país que recibe cualquier cosa) a un precio CIF promedio de US$ 141.67/TM (internado, aprox. US$160.00). No se puede discutir ya, que en el Perú se pueden obtener con manejo adecuado, no menos de 8 TM/ha, a un costo de US$850.00 por hectárea; es decir, se podrían obtener márgenes de mínimo US$430.00 por hectárea en seis meses, normalmente más de US$700.00 con productividades de 10TM/ha (que ya están siendo obtenidas en varios lugares) o tal vez hasta 14 TM/ha con manejo más tecnificado; y en todos los casos, produciendo un maíz amarillo duro inmensamente superior en calidad, al importado.

Nuevamente preguntamos: ¿no resulta esta -como la del trigo- una actividad rentable?. Las autoridades del sector conocen bien de los buenos resultados que se vienen obteniendo, por tanto no pueden calificar esta posibilidad como algo ni medianamente difícil. ¿Qué nos hace falta en el Perú?; o debemos re-preguntarnos ¿qué o quiénes impiden que esto se haga de manera extensiva en el Perú?

Para reemplazar la importación –reiteramos- simplemente debemos promover una extensión de 100,000 hectáreas, generando trabajo sostenible y rentable para los agricultores peruanos. Para lograrlo, no cabe otra cosa que proteger el maíz amarillo duro en el TLC, por un periodo no menor de 5 años y llevar adelante un programa de inversión serio para hacerlo competitivo con la organización capitalizada de los agricultores asociados a la inversión privada; capacidad profesional y técnica en el Perú, sobra; lo que se requiere son instrumentos financieros y la organización, que –repetimos por enésima vez- ya están contemplados en la Ley 28298 dada por este gobierno.

Téngase además en cuenta que EEUU es muy probable se reserve para sí la mayor cantidad posible de maíz en razón a la creciente demanda interna por etanol que ese país produce fundamentalmente a partir de este grano.

En algodón, el Perú fue –años atrás- un productor líder en el mundo

Guillermo Rebossio, economista y experto en temas agrícolas, advirtió que los aranceles al algodón norteamericano caerían desde el primer día de vigencia del TLC con EEUU, pues el equipo negociador peruano acordó ceder al pedido de EEUU de cero por cero (0x0); la desgravación cero desde un inicio del TLC es negativa para los algodoneros locales debido a que sus homólogos norteamericanos reciben millonarios subsidios que traen abajo el precio internacional.

Ahora se contempla dar compensaciones a los pequeños algodoneros (que cultiven menos de 250 mil quintales; entre 4 a 5 hectáreas); esto resulta en la práctica una “propina” que bien sabe el gobierno cumplirá “tarde, mal y nunca”.

Esta es la culminación de la estrategia de los principales textileros e importadores de algodón, que tomó fuerza en el gobierno de Fujimori y se consolidó a través del ministro Absalón Vásquez con el famoso “Programa Pima” (aprox. US$70 millones).

Las extensiones de algodón se han reducido de 118,000 hectáreas en el año 90, a menos de 60,000 hectáreas hoy; en el año 1962, se tenían 253,000 hectáreas en producción.

¿Quién se favoreció con esos US$70 millones?: ¡desde luego, los agricultores del algodón: no! ¿quién permite que esto culmine así?: este gobierno con el “TLC sí o sí”

Hacer una análisis sobre el algodón como el presentado para el trigo y el maíz amarillo duro, es ocioso; se sabe la alta calidad y la productividad que se están obteniendo hoy p.e. con especies israelitas en Jayanca.

Se sabe también de la extraordinaria calidad de nuestro algodón pima en Piura reconocida mundialmente y cuyos beneficios han sido negados a los agricultores de esa región; de la calidad del tangüis en los valles del sur; y de los algodones con color natural de la Sierra a los que no se da mayor importancia; todos estas extensiones venidas a menos por las maniobras de intereses particulares coincidentes con una industria textil diminuta en relación a la dimensión que se debería tener en el Perú esta industria, si se diera un escenario de producción interna competitiva de la materia prima, que bien sabemos es absolutamente posible en el Perú; eso no requiere de demostración, a pesar que este gobierno y las fuerzas económicas que lo sostienen, lo quieran negar aceptando lo que están aceptando con este TLC.

No menos de unas 120,000 hectáreas de algodón deberían y pueden ser recuperadas en nivel competitivo, para devolverle al Perú su presencia en este producto de alta calidad y lanzar una más fuerte y también competitiva industria textil, no como la grandielocuente industria actual. Otra vez majaderamente preguntamos: ¿Qué hace falta en el Perú para hacer lo que se debe hacer?; ¿Qué o quiénes lo impiden?. También en el Algodón –como en el caso del trigo y el maíz- se debe prever una protección mínima de 5 años dentro del contexto del TLC, a la vez que se inicia un serio programa de recuperación dentro de un contexto organizado, con instrumentos modernos de financiamiento que -como ya se ha mencionado- están previstos en la Ley 28298, que fue precisamente formulada para preparar al sector rural para el TLC, preparación negada cuando se demora ya por más de un año, la reglamentación de la mencionada ley: ¿por qué?; no es desde luego y precisamente por la incompetencia del Ejecutivo.

Para terminar con el algodón, una pregunta a los textileros: ¿Por qué se quejan contra la importación de textiles chinos y exigen salvaguardas para proteger su producción nacional; y no tienen la misma actitud cuando piden liberar la importación de algodón?; ¿qué, lo agricultores algodoneros no son peruanos; no deberían exigir los mismos derechos?; claro, los agricultores no tienen la fuerza económica para influenciar las decisiones del gobierno, que sí tienen los importadores de algodón y los industriales textiles. ¿Cuántos agricultores peruanos se han quedado sin trabajo o con un trabajo precario con riesgo de perder sus tierras por bajar la extensión de algodón de 118,000 has en 1990 (para no ir más atrás) a menos de 60,000 has hoy?. ¿Es que el Gobierno cree que ofreciendo “propinas” para que pase el “TLC sí o sí” va resolver una situación así?; lo que está haciendo es dejar una “bomba de tiempo” con cuenta regresiva al próximo gobierno.