Cientos de autos incendiados, enfrentamientos con la policía, saqueo del transporte público o destrucciones de escuelas: las imágenes de los barrios franceses desde hace dos semanas son las de una rebelión temida durante mucho tiempo, de un sentimiento delirante que traduce rupturas y antagonismos profundos.
El actual incendio de los barrios franceses no es una sorpresa, ya se han producido acontecimientos similares en cuanto a su desarrollo, no así en lo que respecta a su intensidad, en otros países europeos. Desde los años 70, la sucesión de errores, ilusiones y vilezas culminó en la creación de un verdadero enemigo interno y en la formación de «territorios perdidos de la República» que tienen sus equivalentes en casi cada nación europea. Zonas donde las leyes y los valores de Francia fueron sustituidos por otras leyes y otros valores; territorios extranjeros donde la autoridad la comparten los «hermanos mayores», los jefes de bandas y los imanes, mientras que el policía, el bombero o incluso el maestro son figuras despreciadas por un sistema que rechazado en bloque.
El descubrimiento de una fábrica de armas incendiarias en Evry y la circulación de armas de guerra en las ciudades indican que la insurrección armada entra dentro de la esfera de lo posible. Por otra parte, Francia, con más de 9 000 vehículos policíacos apedreados en los primeros diez meses del año, ha entrado en un conflicto de baja intensidad, en una insurrección a nivel nacional y ampliamente silenciada.
En lo adelante, al igual que para Francia, la hora del enfrentamiento ha llegado para numerosos países europeos. Les cantores de la prevención tuvieron su oportunidad. ¿Acaso nos encontramos en vísperas de una guerra civil en Europa? Este continente muy pronto se enfrentará a un conflicto del cual saldrá transformado y cuyas primeras manifestaciones ya han tenido lugar. Será una guerra diferente, tanto subversiva como simbólica, declarada y descentralizada, intermitente e intensa, que verá aliarse el caos y el integrismo para combatir la normalidad. Una Intifada comunitaria y generacional, una sucesión de enfrentamientos puntuales y epidérmicos, insertados en un lento cuerpo a cuerpo de identidades. Una alternancia de sismos bastante intensos como para herir profundamente y con suficiente espacio entre sí y para hacer dudar de sus próximas ocurrencias. Un duelo al que deberán hacer frente los Estados de Derecho para preservar el control del territorio, la estabilidad de la sociedad, la legalidad de los mercados y la libertad de las mentes. Eso significa un reto mortal.

Fuente
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«Sommes-nous à la veille d’une guerre civile en Europe», por Ludovic Monnerat, Le Temps de Genève, 8 de noviembre de 2005. Artículo publicado igualmente por Courrier International