El debate sobre la tortura en la «guerra contra el terrorismo» volvió recientemente a la palestra a través de un artículo del Washington Post en el que se afirmaba que Estados Unidos contaba con centros de tortura en los países miembros de la Unión Europea que pertenecieron al bloque comunista. Dicho artículo provocó un escándalo en Estados Unidos así como en Polonia, donde el diputado Mateusz Piskorski, quien participó en la Conferencia Axis for Peace, trata de obtener respuestas del gobierno polaco. El tema volvió a cobrar actualidad la pasada semana con el descubrimiento en Irak de un centro clandestino del Ministerio del Interior donde se amontonaban cientos de prisioneros demacrados y torturados por las fuerzas de la policía entrenadas y armadas por la CIA. Estas informaciones dispersas dan idea de una práctica de la tortura que ha sido trivializada como resultado de las políticas adoptadas por los neoconservadores.
Esta situación consterna a los medios atlantistas que no pertenecen a los círculos neoconservadores.

«¿Es esta la imagen del liderazgo occidental?». Con esta frase publicada en el Kurier de Viena el comentarista y politólogo austriaco Walter Friedl, a quien sería sin embargo difícil acusar de antiamericanismo, resume el sentimiento respecto del debate actual en Estados Unidos sobre el empleo de la tortura. Impresionado por el abandono de los principios en los que descansaba la imagen del «mundo libre» durante la Guerra Fría, hace votos a favor de la sucesión política en Washington para cambiar estas políticas bárbaras. El ex presidente Jimmy Carter vuelve al tema en Los Angeles Times y Clarín. Afirma que el gobierno de Bush reniega de todo aquello que caracteriza a «América» desde hace 230 años. En opinión del ex presidente demócrata ello no se limita a la tortura sino que el gobierno de Bush ha modificado las políticas tradicionales de Washington en todas las esferas. Carter afirmó recientemente en una conferencia que Al Gore fue en realidad electo presidente y que George Bush usurpó su puesto. El ex presidente reconoce por lo tanto de manera tácita que Estados Unidos ha cambiado de régimen.

La CIA es puesta en tela de juicio y un gran número de antiguos cuadros de dirección hacen uso de la palabra para denunciar lo que está ocurriendo. En entrevista concedida a CNN, el almirante Stansfield Turner, director de la CIA de 1977 a 1981, denuncia el deseo de Dick Cheney de solicitar un estatuto de excepción para los servicios de inteligencia con relación al empleo de la tortura. Hace alusión al principio de reciprocidad que rige las Convenciones de Ginebra: si Estados Unidos se dedica a torturar, las tropas estadounidenses ya no estarán protegidas contra la tortura. La misma opinión es compartida en el Washington Post por Jeffrey H. Smith, ex asesor general de la CIA, quien teme que la CIA sea sustituida por la “CTA”, una agencia central de la tortura cuyas prácticas harán mucho más daño que bien. Si existe confusión respecto de la línea de conducta a seguir, entonces en tiempo de guerra, bajo los efectos del estrés, habrá abusos. Y si estos son cometidos, ¿qué podrá alegar Estados Unidos si sus tropas capturadas también son objeto de tortura? Por su parte, el ex director del centro de contraterrorismo de la CIA, Vincent Cannistraro, recuerda también en CNN que si bien fue el ejército estadounidense el que, por indicaciones de la policía iraquí, descubrió el centro de tortura clandestino del Ministerio del Interior iraquí, las fuerzas paramilitares causantes de gran número de atentados, asesinatos, secuestros y torturas en Irak fueron todas armadas y formadas por los servicios secretos estadounidenses y británicos; fuerzas especiales del «Eje del Bien» que siguen negándose a transferir al gobierno iraquí la autoridad que mantienen sobre estos grupos –en especial sobre la sanguinaria Brigada de los Lobos, acusada de ser la principal fuerza terrorista en el país.

El ex embajador británico en Uzbekistán y participante en la conferencia Axis for Peace, Craig Murray, fue justamente despedido por haber denunciado la complicidad de Estados Unidos y Gran Bretaña con el régimen dictatorial de Islam Karimov, aliado de Occidente. En el Independent de Londres denuncia hoy los proyectos de legislación antiterrorista del gobierno británico que prevén expresamente el uso de la tortura y el empleo de las informaciones obtenidas de esta forma por parte de los tribunales. De hecho, los servicios británicos ya utilizan ampliamente estas prácticas en asociación con sus homólogos estadounidenses así como con países que practican la tortura de manera abierta. Al citar el caso de Uzbekistán, recuerda los métodos atroces empleados para obtener información a través de la CIA, así como el hecho de que la mayoría de las víctimas de estas prácticas son opositores políticos. ¿Podemos seguir basando nuestra defensa nacional en estas prácticas? ¿No es esto lo que alimenta el terrorismo?