Hemos cruzado la frontera de un terreno muy peligroso. El gobierno que ocupa la Casa Blanca no sólo aprueba, sino que alienta el empleo de la tortura. Esta actitud la mantiene tanto el presidente George W. Bush como su asesora más allegada Condoleezza Rice e incluso Dick Cheney, quien toma las decisiones. Es una vergüenza que mi país cargue con el estigma de tener un vicepresidente encargado de la tortura. Cheney apoya y alienta el empleo de la tortura: ¿de qué otro modo podríamos llamarlo?
El Senado de los Estados Unidos ha tratado de aprobar una declaración que prohíbe la tortura –sea cual sea la justificación esgrimida, pero el presidente Bush ha amenazado con oponerle su veto. Ese mismo Bush que dijo que los Estados Unidos no emplean métodos de tortura. Bush miente. No creo lo que dice.
La CIA ha creado una red de cárceles secretas, los «sitios negros» donde guardan prisión los sospechosos de terrorismo, arrestados en Afganistán o en Pakistán. Los detenidos son trasladados en aviones privados de la CIA hacia países que cuentan con centros de interrogatorio secretos, ubicados fuera de toda jurisdicción, tanto norteamericana como local. No existen pruebas públicas para afirmar que existen dichos centros, pero hay numerosas evidencias que así lo indican. Algunas, por ejemplo, hacen pensar en la base militar aérea Mijail-Kogalniceanu en Rumania.

Fuente
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«’Cheney is vice president for torture’», por el ex director de la CIA, Almirante Stansfield Turner, CNN, 20 de noviembre de 2005.