El gobierno negocia en la Cámara de los Lores el derecho a actuar sobre la base de informaciones obtenidas por la tortura en el extranjero. El argumento clave es que tales informaciones han permitido desbaratar el complot en la raíz, pero cuando Eliza Manningham-Buller, la jefa del MI5, utiliza ese argumento, olvida precisar que nunca se ha encontrado la raíz. Además, también olvida precisar que en efecto se trata de tortura cuando habla de las informaciones obtenidas en el extranjero. Sin embargo, de eso se trata precisamente. También olvida precisar que la tortura ya es ampliamente empleada por los servicios de inteligencia británicos en asociación con sus homólogos estadounidenses. De igual manera trabajamos de forma regular asociados con los servicios de inteligencia extranjeros que practican la tortura. Ese es el caso, sobre todo, de Uzbekistán.
¿En qué consiste la tortura en Uzbekistán? Se lo voy a decir: es una mujer violada con un casco de botella que muere después de diez días de agonía, un anciano que debe contemplar cómo golpean a sus hijos, un hombre al que le sumergen la cara en un líquido hirviente, un joven de 18 años con las rodillas y codos rotos cuyas manos se sumergen en un líquido hirviendo hasta que la piel se le desprende. Esos casos son reales. Obtenemos las informaciones utilizando esos métodos a través de la CIA. Hace un mes, la relación con Uzbekistán cesó, pero no es imputable a nosotros, son los uzbecos los que ya no la quieren. De todas formas, en otros lugares se emplean métodos análogos y utilizamos las informaciones obtenidas.
La mayoría de las víctimas de esas prácticas son opositores políticos, no terroristas. ¿Podemos continuar basando nuestra defensa nacional en esas prácticas? ¿Acaso esos actos no alimentan el terrorismo? Mis pasadas protestas sobre el tema no fueron escuchadas. Somos cómplices de esas prácticas.

Fuente
The Independent (Reino Unido)

«The reality of Britain’s reliance on torture», por Craig Murray, The Independent, 27 de octubre de 2005.