Un año después de su muerte, el mito Arafat perdura y sigue influyendo en nuestros días. En Occidente este mito es casi totalmente negativo. Ha sido construido por la prensa, las élites políticas y los círculos diplomáticos. Es conocido el interés de Israel en manchar la reputación de su enemigo, pero ¿por qué esta imagen ha sido tan bien aceptada en otras partes?
Los mitos son justificaciones de lo que se hace y también de lo que no se hace. Después del fracaso de Camp David, Clinton se encargó de crear el mito de un Arafat visto como obstáculo para la paz con el objetivo de pasar a la historia como un presidente que trató de obtener la paz y de ayudar a Ehud Barak. De hecho, al dar validez a ese mito, no hizo más que permitir el advenimiento de Ariel Sharon. La opinión pública israelí, en efecto, ha considerado a Sharon como el único capaz de enfrentar al mítico monstruo en que fue convertido Arafat. Gracias a ese mito se encerró en su Cuartel General y se dejó morir poco a poco al único dirigente árabe elegido democráticamente. El mito lo permitió.
En la actualidad, un año después de su muerte, se comprueba que él no representaba el obstáculo que se quiso inventar. La política israelí no ha cambiado y es eso lo que obstaculiza la paz. Hay que echar abajo el mito negativo para que la verdad salga a la luz: la de un pueblo colonizado y empobrecido por una ocupación militar.

Fuente
The Guardian (Reino Unido)

«Arafat the obstacle has been exposed as a myth», por Karma Nabulsi, The Guardian, 15 de noviembre de 2005.