La sorprendente elección de Amir Peretz para dirigir el Partido Laborista ha hecho ya honor al significado de su nombre en hebreo: abrirse paso. A todo lo largo de su campaña, Peretz prometió revisar las políticas neoliberales y unilateralistas, y comprometerse con la lucha por la justicia social y la paz, incluida la batalla a favor de ese «Israel de segunda» que el Partido Laborista olvidó durante tanto tiempo:«Ayudaremos a los habitantes de las villas miseria, a los sefardíes, a los recién llegados y a los árabes". Y hablando precisamente de los árabes, ¿qué significa para ellos la elección de Peretz?
Peretz fue uno de los primeros en unirse al movimiento La Paix Ahora, miembro fundador de la principal organización israelí de Derechos Humanos B’tselem y signatario en 2002 de los Acuerdos de Ginebra, un acuerdo de paz «virtual» donde Israel se compromete a devolver el 98% de Cisjordania a cambio del abandono por los palestinos de su derecho a regresar. Durante el mitin en memoria de Rabin, el discurso de Peretz hubiese podido ser pronunciado por Abu Mazen. «Sólo con la retirada de los territorios ocupados, poniendo fin a la violencia que ello provoca, podremos también acabar con la violencia que existe entre nosotros. Necesitamos una hoja de ruta moral, una hoja de ruta que ponga fin a la ocupación y conduzca a un acuerdo permanente sobre el status de nuestros dos países.»
Pero los palestinos tienen una larga experiencia en cuanto a las políticas israelíes que prometen la paz cuando están en la oposición y que después, una vez llegados al poder, predican la guerra. También saben que son pocas las oportunidades de Peretz de triunfar en las próximas elecciones. ¿Es por fin Peretz el interlocutor que los palestinos esperan desde hace tanto tiempo? ¿O es acaso otro de esos falsos Mesías al estilo de Rabin, Barak y Peres? Sin embargo, con su victoria, Peretz ya ha probado algo –y no solamente a los palestinos: que Sharon no es ni será nunca ese interlocutor.

Fuente
Al-Ahram (Egipto)

«The Peretz breakthrough», por Graham Usher, Al-Ahram, 23 de noviembre de 2005.