Se trata de fenómenos que tienen cierta regularidad de ocurrencia en períodos determinados, cuestión a la cual nos ayudan las series de números que explican su comportamiento. Nos referimos en particular a la desocupación, y más en concreto al caso de Venezuela.

Sabemos que la desocupación se refiere a la involuntaria falta de ocupación de una parte de la población económicamente activa. [1] Ahora bien, al definir la llamada desocupación estacional, se trata de quienes se encuentran en ramas de la economía las cuales en algunos momentos del año presentan una variación en la utilización de su pleno rendimiento, caso típico del sector turístico dadas las épocas vacacionales de Carnaval, Semana Santa, las escolares o las relativas a las fiestas de fin de año.

Son conocidas en el caso venezolano las variaciones en el comportamiento de la tasa de desempleo a finales de año, cuando después de bajar el desempleo por el aumento de las actividades de esa época se modifican luego al retomar las mediciones a principios del año siguiente con tasas de desempleo mayores en algunos sectores importantes.

Ese fenómeno que tiene un carácter similar al de una sierra al ser observado anualmente fue interrumpido como es conocido por los sucesos ocurridos durante el año 2002 con el golpe de Estado primero y el sabotaje petrolero después. Durante el año 2002 la tasa de desempleo se mantuvo entre un máximo de 17% y un mínimo de 15%, con un promedio de 15,9%. En cambio durante el 2003 con un máximo de 20,7% en febrero la caída para diciembre concluyó en 14,6%, teniéndose un promedio a lo largo del año de 18%, mayor que la del año anterior pero con un rango superior de 6,1 puntos, variaciones que podrían ser explicadas por algo más que estacionalidades producto de fenómenos productivos. La incidencia de lo ocurrido en Venezuela en ese par de años que comprenden finales del 2001 y mitad del 2003 tiene un carácter particular de tipo político, producto de la acción de parte de la población que intentó por diferentes medios literalmente ¨acabar con el país¨, con tal de cumplir con los objetivos de retornar a períodos anteriores dónde predominó un antiguo régimen de gobierno.

Predecir ese tipo de fenómenos es mucho más complejo que el determinar las regularidades provenientes de la llamada ¨estacionalidad¨ sectorial en específicas ramas de la producción. No se trata de ciclos ni de regularidades, los entendemos como fenómenos asociados a la transición política que vive el país en su paso de un régimen de gobierno de tipo representativo a otro de carácter participativo y protagónico como lo señala la propia Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV).

La principal regularidad a la cual nos deseamos referir de manera particular en este artículo tiene que ver con aquella que divide al año calendario en prácticamente tres períodos, que sin ser exactamente fases diferentes han mostrado en los últimos años una persistencia singular. El primer tramo se corresponde con el primer trimestre del año, de enero a marzo. El segundo casi de un semestre que cubre de abril a septiembre, y el tercero para finalizar el año, durante el último trimestre de octubre a diciembre.

El lector comenzará a imaginarse los dos descensos y el plato tan prolongado a mitad del año.
La primera bajada de la tendencia del desempleo a principios del año se caracteriza por dos o tres puntos menos. Si asociamos la caída a las variaciones del Producto Interno Bruto (PIB) en esa época inicial del año, las variaciones del PIB en varios sectores disminuyen respecto a las del trimestre anterior, esto es, las correspondientes al cuarto del año anterior. Esto explica el aumento del desempleo a principios de año. Se trata de una disminución intertrimestral, estacional para decirlo con el lenguaje que venimos empleando. Lo cual se nota mayormente en la manufactura, en los servicios del gobierno general, en el comercio y servicios de reparación, y en particular en la construcción, la cual prácticamente cesa en mucho a mitad de diciembre de cada año para retomar fuerza ya a mitad de enero del año siguiente. Esto explica el brusco cambio de la tasa de desempleo al cruzar cada año calendario con un aumento de 5% a 6%. Nos referimos entonces al fenómeno ya conocido de entrada del año nuevo. Variación estacional que para decirlo fácil tiene que ver con una cultura propia de los tiempos decembrinos. Cierran una serie de empresas con vacaciones colectivas para el disfrute de las fiestas navideñas, casi se paraliza el país en tiempos de paz. No fue así en diciembre del 2002 cuándo otros tiempos daban señales bien oscuras con el sabotaje petrolero, o el correspondiente al año 2001 cuándo algunos llamados patriotas señalaron que no celebrarían la navidad hasta que no ¨cayera el gobierno¨.

Al parecer sabían lo que decían con lo que venían preparando desde finales de ese año 2001. Vaya manera de conmemorar unas Navidades en sana paz familiar, la Navidad pensaban celebrarla luego… Sic…

Durante el primer trimestre de cada año, sin que esta regularidad tenga un carácter permanente, pero si significativo, se retoman las actividades, menores que las del último trimestre del año anterior, pero permitiendo revertir la cuesta del desempleo que se acumula con la llegada de enero. El país regresa a su paso productivo, los pagos del sector público se regularizan. Y debemos decir al respecto que esa interrupción ocurre cada vez menos, como consecuencia del manejo más apropiado de las finanzas públicas tal de evitar el sobresalto que deja a muchos empleados públicos fuera de sí, al no recibir los acostumbrados ¨dozavos¨.

La mejor gestión de los recursos públicos y el flujo de caja permiten superar esos escollos al inicio del año. Con la llegada de las festividades del Carnaval y las sucesivas celebraciones religiosas de Semana Santa, parecería terminar el descenso inicial de la tasa de desempleo en unos pocos puntos.

Luego se entra en una especie de plato semestral que dura hasta completadas las vacaciones escolares de agosto-septiembre. Durante esa larga fase que ocupa la mitad del año, el comportamiento de la tasa de desempleo es prácticamente constante con oscilaciones de unos dos puntos porcentuales hacia arriba o hacia abajo. Esta meseta resultó muy alta durante el 2003 por las razones ya expresadas, con una media en la tasa de alrededor de 18,5%, mientras que lo que venimos observando durante el 2005, entrados en la fase de plena recuperación del aparato productivo venezolano, dicha media de la tasa de desempleo se encuentra en valores, que para septiembre de 2005 alcanzó el 11,5%, con una diferencia notable respecto al 2003 de 7%, que no es poca cosa si recordamos que cada punto de estos representa unas 120.000 personas, en total casi 840.000 desempleados menos.

Enorme diferencia entre dos años tan próximos como el 2003 y el 2005. Mesetas de diferentes alturas que impactan significativamente la vida y cotidianidad de una gran cantidad de personas. Conocemos las razones de las diferencias de altura y del porqué ocurrieron, lo que tratamos de considerar aquí es la naturaleza de la meseta y sus vínculos con el aparato productivo nacional. Curiosidades numéricas que influyen sobre el acontecer de las familias venezolanas y de quienes viven del producto de su propio trabajo…

La tercera fase de la regularidad que exponemos se refiere al último trimestre del año, desde octubre a diciembre, cuando la llegada de la estación navideña refuerza el crecimiento de varios sectores como el gobierno general con sus pagos extraordinarios, la manufactura para satisfacer necesidades, los servicios inmobiliarios, empresariales y de alquiler y el comercio y servicios de reparación. Todo ello para contribuir a un descenso en la tasa de desocupación en unos tres puntos porcentuales.
No pretendemos explicar de manera acabada el fenómeno que acabamos de describir, mayores análisis se requieren para ello. Otros contribuirán a dar más detalles sobre el asunto y las instituciones como el Instituto Nacional de Estadística, así como los centros universitarios y de reflexión podrán aportar nuevos elementos para la mejor comprensión del asunto.

Lo que si es cierto dentro de una prudente proyección es que durante este año 2005, de continuar las tendencias señaladas, la tasa de desempleo a finales de diciembre podrá alcanzar, por primera vez desde el inicio de este gobierno en 1999, un valor inferior al 10% en términos relativos, y menor al millón de desocupados en términos absolutos. Cifra que por supuesto no satisface totalmente, dado que el desempleo sigue siendo uno de los flagelos que ataca a quienes menos tienen, esto es, a aquellos que solamente poseen su fuerza de trabajo para ser ofrecida al sistema productivo en que vivimos.

La contraposición entre capital y trabajo continúa siendo la base de lógica de un metabolismo social no superada que trae estas nefastas consecuencias en la vida de la gente. Superarlas a través de una nueva lógica donde prive la del trabajo es parte del esfuerzo que se intenta realizar por quienes nos sentimos comprometidos con un cambio que no sólo transforme el país, sino que lo transustancie para recordar uno de los conceptos que aprendimos del Maestro García Bacca. En ese camino andamos…

[1Recordemos que la población económicamente activa está constituida por todas las personas de 15 y más años con disposición y disponibilidad para trabajar en el período de referencia, que es la semana anterior a la realización de la entrevista. Según el Instituto Nacional de Estadística para septiembre del 2005, la población económicamente activa de Venezuela era de 12.095.910 personas, esto es, un 66,5% del total de la población de 15 y más años.