Ayer, 23 de noviembre de 2005, Angela Merkel visitó por primera vez París como canciller de Alemania Federal, abriendo una nueva página en la rica historia de las relaciones franco-alemanas. Desde hace medio siglo, nuestras dos diplomacias están íntimamente vinculadas, trabajando en conjunto día a día.
La situación creada por el rechazo al Tratado Constitucional Europeo (TCE) en Francia y Holanda hace necesario que el proyecto europeo vuelva a ser lanzado por este binomio motor. Nuestros países deben reunirse para poder enfrentar esta responsabilidad común. Para ello, debemos insistir en los puntos fundamentales: recordar nuestra historia común basada en el rechazo al nazismo y en la afirmación de una idea incuestionable del hombre, colocar nuevamente al ciudadano en el centro del proyecto europeo y, sobre todo, reafirmar la validez de los objetivos iniciales de la construcción europea: promover la paz, los valores de la Unión y el bienestar de sus pueblos. Retomar los puntos fundamentales es, en definitiva, ser fiel al compromiso europeo ante el mundo. La Unión debe desempeñar un papel activo en el escenario internacional.
Estos objetivos plantean varias exigencias a la asociación franco-alemana. Hay que prepararse desde ahora para el Consejo Europeo de junio de 2006 y para la presidencia alemana de la Unión en el primer semestre de 2007. La prioridad mayor es sacar a la Unión del atolladero político en que se encuentra. Es por ello que, ante todo, tenemos que movilizarnos para concluir las negociaciones sobre las perspectivas financieras. Ya hay un acuerdo casi listo basado en las propuestas de la presidencia luxemburguesa en el pasado mes de junio. Nuestras relaciones con Alemania, para conservar su capacidad de acción, deben también adaptarse a los acontecimientos que ocurren en Europa y en todo el mundo. Por ese motivo el binomio franco-alemán debe permanecer abierto a los demás, sin exclusividad ni ostracismo. Pienso, claro está, en las relaciones con Polonia en el marco del triángulo de Weimar. Sus capacidades deben explotarse plenamente. Asimismo, hemos sabido desarrollar relaciones pragmáticas con el Reino Unido en materia de defensa, e iniciado una cooperación fructífera con España en materia de investigaciones o de inmigración. Por último, juntamente con Alemania, debemos reflexionar con más perspectiva sobre la Europa futura, abordando todos los temas: sus fronteras, su estrategia económica, monetaria y social, su marco institucional.
La declaración común aprobada con motivo del 40° Aniversario del Tratado del Elíseo, el 22 de enero de 2003, se tituló «La amistad franco-alemana al servicio de una responsabilidad común para Europa». Todavía hoy esa declaración señala el camino a seguir.

Fuente
Le Figaro (Francia)
Difusión: 350 000 ejemplares. Propiedad de la Socpresse (creada por Robert Hersant, hoy es propiedad del constructor de aviones Serge Dassault). Es el diario de referencia de la derecha francesa.

«La relation franco-allemande, un héritage au service de l’Union», por Philippe Douste-Blazy, Le Figaro, 24 de noviembre de 2005.