Esta semana se cumple el décimo aniversario de la asociación euro-mediterránea, que celebramos en la ciudad donde comenzó todo: Barcelona. Sentí un gran orgullo por haber presidido la primera reunión, que buscaba convertir al Mediterráneo en un espacio de seguridad, de solidaridad y de intercambios compartidos. El inicio del proceso era parte integrante de la respuesta de Europa al final de la Guerra Fría y a la globalización. Ese proceso reconoce nuestra independencia y crea una «identidad mediterránea». Debatimos con franqueza sobre cualquier tema, y el proceso de Barcelona es un formidable laboratorio de ideas.
El mundo, sin embargo, ha cambiado desde 1995, en especial desde el 11 de septiembre de 2001. El Mediterráneo corre el riesgo de convertirse en la encrucijada de numerosos problemas del mundo moderno. Debemos hacer que nuestra asociación sea capaz de enfrentar la pobreza, el desgobierno, el tráfico de seres humanos y el extremismo político. La asociación euro-mediterránea no es el único instrumento de cooperación internacional, pero es el más desarrollado y el único que se ocupa a la vez de promover la seguridad y la reforma.
Es cierto que el proceso de Barcelona surgió de las esperanzas alimentadas por el proceso de paz israelo-palestino de Oslo, y que la falta de paz entre israelíes y palestinos ensombrece nuestro trabajo. Pero el proceso de Barcelona buscaba apoyar el proceso de paz, no suplantarlo. Europa alienta hoy el acuerdo de paz y es la primera que muestra generosidad hacia los palestinos. Nuestro objetivo es fomentar simultáneamente la democracia y la seguridad. Creemos que ambas están ligadas y apoyamos las reformas democráticas en la región. Asimismo, analizaremos los asuntos concernientes a la educación y a la inmigración.

Fuente
Ha’aretz(Israel)
Diario de referencia de la izquierda intelectual israelí. Propiedad de la familia Schocken. Tirada de 75,000 ejemplares.

«Toward a partnership of hope», por Javier Solana, Ha’artez, 25 de noviembre de 2005.