Mientras que algunos prefieren comparar los «disturbios en Francia» con el movimiento de los «derechos cívicos» que tuvo lugar en los Estados Unidos durante los años 60, otros ven en ello la prueba de un fracaso de la política social francesa. Por otra parte, la participación de los no árabes y de los no musulmanes, incluso poco numerosos, era la prueba, para algunos responsables, de que los acontecimientos en cuestión no tenían una dimensión religiosa, y no tenían nada que ver con el extremismo.
El hecho de establecer una comparación entre el movimiento antes citado y los acontecimientos que se produjeron en los barrios franceses nos convoca. Así, las condiciones en esos barrios y las de la ciudad de los Estados Unidos, como Nueva Orleáns, son casi idénticas, sobre todo luego del paso del ciclón Katrina que puso al desnudo la realidad de la discriminación que caracteriza a la administración Bush. Ese huracán puede desencadenar una revolución en el Sur del país, donde los negros, así como los árabes y musulmanes de los suburbios franceses, son oprimidos. Ese ciclón también es una advertencia dirigida a los altos responsables estadounidenses que deben conceder más importancia a las poblaciones marginadas.
La extensión de las manifestaciones, de los incendios de automóviles y de lugares públicos por todas partes en Francia es una prueba de que la situación es mucho más compleja. En opinión de varios pensadores, la política social francesa debe cuestionarse. Por consiguiente, antes de juzgar o prejuzgar a los manifestantes, hay que reexaminar esa política para establecer sus ventajas e inconvenientes. Las políticas gubernamentales en Francia continúan multiplicando las contradicciones internas que produce, más tarde, ese tipo de suceso.
Las ruinas y destrucciones que se produjeron en Francia, a raíz de las manifestaciones en cuestión, no sólo dañaron los automóviles y las propiedades públicas o privadas, sino también la reputación y la popularidad de los responsables políticos. Pese a que las manifestaciones terminaron, el problema no se solucionó, pues hubo que tomar diferentes medidas de seguridad, entre ellas, el «toque de queda». Peor aún, los responsables no trataron de comprender las verdaderas causas de tal situación. Seguramente, el capitalismo, que se fortaleció a raíz del desarrollo económico logrado por los países industriales, entre ellos Francia, durante los tres últimos decenios, produjo desequilibrios sociales entre ricos y pobres. Esos desequilibrios pueden provocar otros movimientos sociales en cualquier parte del mundo.

Fuente
Al Quds Al Arabi (Reino Unido)

«اضطرابات فرنسا: بركان اجتماعي لأزمة سياسية», por Saïd Al Shihabi, Alquds al-Arabi, 25 de noviembre de 2005.