Nicolas Sarkozy creó una comisión destinada a formular propuestas para «retocar» la ley de 1905 sobre la separación de la Iglesia y el Estado. En realidad, pese a sus palabras tranquilizadoras, el ministro del Interior quiere cuestionar lo que constituye el espíritu de esta ley, el Artículo 2: «La República no reconoce, ni paga ni subsidia ningún culto». ¿Por qué? ¿Para apoyar la construcción de mezquitas con la idea de eliminar las influencias extranjeras sobre el Islam de Francia? ¿Para luchar contra el fenómeno de los «sótanos» que sirven para albergar el terrorismo? Noble intención, pero problema erróneo.
El problema no es construir en Francia una mezquita con dinero de un mecenas saudí sino la orientación modernista o integrista de ese lugar de culto. No es porque una mezquita se haya construido con capitales extranjeros que el Imán será un adversario de la laicidad, como no es que porque una mezquita se construya con capitales franceses el Imán no sea un integrista. A menos, claro está, que el Estado meta su nariz en las interpretaciones del Corán defendidas en esos lugares. Nicolas Sarkozy se cuida de hacerlo, pero sin embargo, esa línea roja es la que el ministro del Interior se dispone a franquear para satisfacer a las diferentes comunidades religiosas, tanto al Vaticano como a la UOIF pasando por los cientólogos.
No nos engañemos sobre esto; el riesgo es real. La idea de abrir una brecha en el modelo laico francés seduce tanto a la derecha como a la izquierda. La idea de negociar la paz social con los predicadores islamistas en los barrios populares con el riesgo de delegar el vínculo social a la religión más bien que al Estado en detrimento de los habitantes laicos de esos barrios tienta tanto a los representantes locales de la derecha liberal como a los de cierta izquierda. En Inglaterra, en nombre de ese mismo «pragmatismo», la izquierda laborista se empeña tanto en cuidar el «voto musulmán» que negocia la paz social y política con los representantes comunitarios de los Hermanos Musulmanes. Sobre todo después de los atentados de Londres, a semejanza de la última decisión del gobierno Blair: nombrar a Tariq Ramadan entre los sabios encargados de asesorar al gobierno inglés para luchar contra el «extremismo islámico». ¿Se trata acaso de una forma de humor inglés? Algunos representantes de ese consejo están ya a favor del cuestionamiento del Holocaust Memorial Day. Precisamente en Francia iremos hacia ese trueque indecente de menos terrorismo contra más integrismo y hacia esa competencia entre las comunidades si la ley de 1905 es «retocada».

Fuente
Libération (Francia)
Libération ha seguido un largo camino desde su creación en torno del filósofo Jean-Paul Sartre hasta su adquisición por el financiero Edouard de Rothschild. Difusión: 150,000 ejemplares.

«Sarkozy, ne priez pas pour nous !», por Caroline Fourest, Libération, 1ro de diciembre de 2005.