La República Checa ha sido el primer país de la Unión Europea en conocer a Alexander Milinkevich, un político bielorruso poco conocido quien se postulará como candidato único por la oposición para las elecciones presidenciales del año que viene.

Es cierto que la palabra «único» de momento puede emplearse sólo en forma bastante convencional pues lo calificó como tal el congreso de las fuerzas democráticas que se celebró en Minsk a comienzos de octubre, pero varios políticos opositores discrepan de esta opinión.

Entre éstos últimos están también el ex rector de la universidad de Minsk, Alexander Kozulin, y Zenón Pozniak, veterano del movimiento nacionalista en Bielorrusia.
Era Vaclav Havel, figura carismática de la Europa contemporánea, quien invitó a Milinkevich a Praga para participar en las labores de la conferencia internacional «Foro 2000».

El oposicionista bielorruso se reunió con los presidentes de ambas cámaras del parlamento checo y con el ministro de Asuntos Exteriores de la república. Todo parece indicar que ello es sólo el comienzo de los contactos internacionales de Milinkevich que jamás ha sido ministro o diputado en su propio país, limitándose la experiencia de su labor como estadista al cargo de teniente de alcalde de la ciudad de Grodno que desempeñó en el primer lustro de la década del 90.

Los admiradores le dicen «Havel bielorruso» (aunque por su profesión no es dramaturgo sino físico) pero más bien se trata del proyecto de «Kostunica bielorruso», a semejanza del profesor de derecho de Serbia, antaño también poco conocido, quien llegó a rivalizar con Slobodan Milosevic en las elecciones de 2000.

Entonces fue justamente Kostunica, y no Zoran Jinjic, político más popular que aquél, quien quedó electo como candidato único por la oposición. El papel decisivo lo desempeñó el hecho de que que Kostunica tuviera un bajo índice de popularidad negativo, es decir, eran pocos los que sentían animadversión hacia él por ser prácticamente desconocido para todos, y el índice de popularidad positivo lo ganó ya durante la campaña electoral.

Lo mismo pasa en Bielorrusia donde Anatoli Lebedko, oponente antiguo de Alexander Lukashenko y líder el Partido Cívico Unido, ha tenido que ceder frente a Milinkevich en su esperanza de ganar el cargo de primer ministro en caso de que éste último gane las elecciones.

Es obvio que Occidente trata al nuevo líder de la oposición bielorrusa como alternativa al actual presidente de Bielorrusia, esperando que en caso de tener éxito Milinkevich ponga su Estado de cara a la Europa unida.

Es verdad que ni el propio candidato único alimenta ilusiones respecto al ingreso en la Unión Europea, especialmente a la luz de la cuestionable experiencia ucraniana de los meses recientes, al declarar hace poco que este objetivo lo lograrán sus nietos.

Occidente se da perfecta cuenta de que a este político poco conocido le será muy difícil vencer al expertísimo Lukashenko. Por lo tanto se opta por un masivo apoyo propagandístico a Milinkevich fronteras afuera (incluida la propaganda mediante difusión radiofónica) en combinación con la campaña «de puerta a puerta» dentro del país.

Además, no se descarta (sino que, por el contrario, se da por muy probable) un intento de realizar la variante de «revolución de color» en caso de que la comisión electoral se niegue a reconocer el triunfo del candidato de la oposición, lo cual también concuerda con la variante serbia. «Saldremos a las calles en plan de paz para defender nuestro derecho a ser hombres» -, dijo, y estas palabras no dejan dudas acerca de que la oposición bielorrusa está dispuesta a actuar según esta variante.

En lo que se refiere a Rusia como socia de Bielorrusia en el Estado Unico, aquella difícilmente puede sentirse satisfecha de las palabras de Milinkevich sobre la falta de perspectivas de la Unión Rusia-Bielorrusia, a la que el líder de la oposición le opone la idea de “la Bielorrusia soberana”.

Sus frases sobre la necesidad de impulsar el desarrollo del comercio bilateral hacen recordar declaraciones análogas hechas por Víctor Yuschenko durante la campaña electoral ucraniana del año pasado.

Está claro que ningún candidato en Bielorrusia puede esperar ser presidente, lanzando lemas manifiestamente antirrusos pues se trata tanto del factor ideológico de la hermandad eslava como de un pragmatismo económico racional. Ya en 2001 la oposición bielorrusa intentó demostrar que es más prorrusa que el presidente Lukashenko. Ahora, en cambio, Milinkevich opta por una vía de desarrollo occidentalista, tratando de evitar hacer declaraciones negativas respecto a Rusia.

No cabe duda de que, teniéndolo en cuenta, Rusia se aproximara aún más a su socio tradicional Lukashenko, máxime que la campaña electoral que ha empezado se va polarizando rápidamente cada vez más, siendo de notar que la lucha se sostendrá entre estos dos candidatos, de modo que quedan pocas alternativas.

¿Tendrá Milinkevich posibilidades para ganar las elecciones? Cabe decir que el potencial de Lukashenko es grande, lo que obedece a los ritmos estables de desarrollo de la economía bielorrusa y al carisma del propio presidente quien, mal visto en Occidente, goza de incuestionable popularidad en las pequeñas ciudades y en el campo de Bielorrusia.

Mas, no se ha de olvidar que su régimen nunca ha sido sometido a una prueba tan seria como ahora que la unión de la mayor parte de la oposición ya en la etapa inicial de la campaña electoral va acompañada de una inaudita y fuerte presión por parte de Occidente. Esta es la razón por la cual el «factor Milinkevich» debe ser visto con bastante seriedad.

Fuente
RIA Novosti (Rusia)