Fueron los mismos energúmenos. Días antes, el 1 de diciembre, durante el Foro Internacional “Políticas Públicas y Plan Nacional de Derechos Humanos” Roberto Garretón, representante para América Latina y el Caribe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, fue acusado de criminal y asesino por unos fanáticos católicos en evidente y público estado alterado de conciencia. Esta vez, el 9 de diciembre, le tocó el turno al filósofo mexicano Edgar González Ruiz quien honrándonos con su presencia en nuestro país con motivo de la presentación de su libro “Cruces y Sombras, Perfiles del Conservadurismo en América Latina” fue vilmente agredido por el mismo grupo de exaltados en el democrático recinto del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Tomaron desde un principio sus posiciones. Fueron los primeros en llegar. Se distribuyeron estratégicamente en posiciones clave del auditorio. Los de ACI prensa con sus chalecos distintivos y sus filmadoras y cámaras fotográficas en primera fila, como si fuesen los invitados de honor. En las filas posteriores los organizadores del desorden atentos y vigilantes. En el medio, con aspecto de poseídos y los ojos desorbitados, la masa de sectarios, los tontos útiles. Trajeron consigo altoparlantes, un impúdico fanatismo y una enfermiza intolerancia.

Apenas Susana Chávez de PROMSEX inició la ceremonia protocolar fue interrumpida y agredida por un ciudadano español que decía representar a la PUCP y que se sentía ultrajado por la presentación del libro que supuestamente en sus primeras páginas insulta al Papa Benedicto XVI -sin embargo en la introducción del libro se afirma textualmente: “Ratzinger es un hombre culto y con notables dotes intelectuales”-. El grado de violencia del exaltado asistente y su peligroso acercamiento al estrado de los expositores solamente pudo ser contenida por personal de seguridad que atinó prudentemente a retirarlo del recinto. Algo parecido, pero probablemente contenido por la presencia cada vez mayor de librepensadores y más personal de seguridad, sucedió con el Dr. Luis Távara y con Sofía Macher quienes fueron constantemente hostilizados durante sus respectivas exposiciones mientras los enviados de ACI prensa fotografiaban y filmaban cara por cara a cada uno de los asistentes a la ceremonia. Para ellos era necesario identificar individualmente a los que se atreven a luchar por sus derechos, a enarbolar la bandera del laicismo y gritar la palabra libertad.

Entre otras estrategias, los saboteadores del evento increpaban en coro a los expositores, y en ocasiones les exigían a gritos que les respondieran. Cuando lo hacían, los interrumpían constantemente repitiendo consignas contra el aborto o insultándolos de diversas maneras.

La intervención de Edgar González Ruiz fue sobria y concisa. No le permitieron una natural y mesurada discusión de ideas, pues ensordecedores gritos e insultos irreproducibles de los posesos pusieron punto final a una delirante ceremonia ante la mirada incrédula de los protagonistas.

Licenciado y maestro en filosofía, González Ruiz se ha dedicado las últimas dos décadas al estudio de la derecha en México y América Latina. Es uno de los ganadores del premio José Martí de Prensa Latina en el 2005 y autor de otros diez libros. Cruces y Sombras es producto de una investigación de más de dos años basada en fuentes documentales, electrónicas y trabajo de campo y está dirigido a las organizaciones no gubernamentales para que puedan hacer frente al conservadurismo.

Como corolario de este evento diversas organizaciones vinculadas al tema de los Derechos Humanos acordaron demandar a los políticos peruanos, actualmente en campaña electoral, una definición en torno al preocupante tema de las sectas, las libertades religiosas y el derecho a la libertad de pensamiento en el Perú.

*Edgar González Ruiz es corresponsal de la Red Voltaire en México.