Pidió con desesperación –y amparándose en el Reglamento- que la sesión fuera reservada. En efecto, ayer lunes, Niño Diego García Sayán, una de las fabricaciones inventadas por la prensa y que ha llegado a ser parlamentario, ministro de Justicia y de Relaciones Exteriores, llevó al Congreso un ballet caviar de primera fila: Valentín Paniagua, Huber Lanssiers, Jorge Santisteban de Noriega, Mariano Valderrama, que dijo lo que todos sabían que iba a expresar: que Niño Diego es un “demócrata”, un “patriota”, un “profesional” y que no liberó terroristas.

¿Qué vinculación hay entre estas personas? Niño Diego fue ministro de Justicia del nefasto ex presidente transitorio, Valentín Paniagua. Mariano Valderrama fue socio de Niño Diego y director ejecutivo de APCI (Agencia Peruana de Cooperación Internacional) y el operador de cómo manejaban, cuando Niño Diego fue canciller, los fondos provenientes de las donaciones. Huber Lanssiers, visitaba prisiones y coordinaba acciones humanitarias dentro de los penales y tomó contacto con muchos elementos terroristas allí confinados. Y Jorge Santisteban de Noriega desempeñó la Defensoría del Pueblo que sancionó institucionalmente el secreto de las resoluciones liberatorias de violentistas. ¡Dios los cría y ellos se juntan!

Cupo al ex parlamentario por Lima, Francisco Diez Canseco, la denuncia contra Niño Diego García Sayán. ¿Era necesario que el actual asesor del Banco Central de Reserva, entidad que le paga algo así como US$ 6 mil mensuales, llevara a todo un ballet para que actuara en su defensa? ¿Puede mostrar el BCR los “sesudos” y “técnicos” estudios elaborados por Niño Diego durante los más de 12 meses que vive de la ubre del Estado con el antecitado y obeso sueldo? ¿O fue el miedo cerval, aterrador, a no tener razones consigo como sí era antes cuando la prensa se postraba de hinojos y accedía a sus caprichos de Narciso de quinta para quien primero es él; segundo, es él; y tercero y cuarto, también él? He recordado en múltiples ocasiones cómo Niño Diego, con dinero del Estado, mandó confeccionar un libro de unas 300 páginas con algo así como 250 fotografías de sus “actos de Estado”. ¡La vanidad de este ilustre manipulador de fondos es infinita!

¿Qué hacía Valentín Paniagua en el convite? ¿No le bastó haber sido quien dio el pase a la desafortunada concesión del Aeropuerto Jorge Chávez a la empresita tramposa Lima Airport Partners, LAP, que, como lo denuncia Raúl Wiener, ahora está a la caza de otros terminales aéreos en el norte del país?

Aquí hay algo más que la prensa ¡por supuesto! no se atrevería jamás a dilucidar para la comprensión del hombre común y corriente. Niño Diego es una ficción intelectual, una impostura política y un fraude en materia de derechos humanos. Mientras habitaba, poderosa e insolente, como corrupta e inmoral, la dictadura delincuencial de Kenya Fujimori, la chacrita particular fabricante de dólares de Niño Diego, la Comisión Andina de Juristas, CAJ, hacía negocios muy buenos con el Poder Judicial de la “dictadura”. ¡Qué interesante! Se entendía con uno de los apéndices más sucios de Fujimori, el Poder Judicial, pero su ONG, cobraba bastante dinero. ¿No era que luchaba por los derechos humanos? ¡Pamplinas!

Carente de argumentos, Niño Diego repitió, ante el asombro de los parlamentarios en sesión secreta, que él era un “patriota, un profesional y que siempre había estado al servicio del Perú”. La letanía se cae rápido. ¿No fue Niño Diego quien, en mayo y junio del 2002, mientras en Chile pulverizaban Aerocontinente, cerrándole las oficinas y hostigándola por todos los medios posibles, condecoraba en Lima a la canciller del país del sur, Soledad Alvear? ¿No es Niño Diego, otro de los apasionados y no tan desinteresados, postulantes que el Perú adhiera a la Convención del Mar que cercena el Mar de Grau y nos enajena el dominio marítimo a partir de la Milla 13?

¿No fue acaso, Niño Diego, cuando era canciller, el que ordenó que un procurador de Torre Tagle, me denunciara penalmente y ante la negativa de ese correcto funcionario que le respondió que si quería hacer una querella debía plantearla él como persona individual y no como titular de un portafolio, echó a la calle al procurador en venganza? Yo le hice saber que no tenía inconveniente en litigar y que eso me hacía un favor porque yo sí carecía –entonces como hoy- de prensa y propaganda. Y que además le iba a dejar en ridículo, su hábitat natural, porque no mentía, pues su socio Mariano Valderrama estaba en APCI, puesto por él, hecho que ya no puede negar ante nadie.

Fatuo bípedo, figurón fabricado, matón acostumbrado a amedrentar con amenazas a periodistas valientes como fue el caso de Ricardo Ramos Tremolada que le denunció en un artículo demoledor, Niño Diego es uno de los representantes más connotados de ese Perú de juguete, país impostado por quienes viven del status quo y que sienten miedo ante las nuevas oleadas de peruanos que les repudian por calles y plazas. Pero como embeleco insuperable y egregio, Niño Diego es maire, maire, cabellico que se lleva el aire. Amén.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!