Michel Bachelet

En algunas regiones, Asia por ejemplo se ha vuelto casi una regla que cuando las dictaduras asesinan a un líder, los pueblos replican eligiendo a sus viudas o a sus hijas las que, como generalmente, cubren las expectativas de las masas.

Sirimavo Bandaranike, la primera mujer jefa de Estado del Mundo, heredó el capital político de su esposo Salomón Dias Bandaraike y su hija Chandrika el del padre, la madre y el esposo. Benazir Bhuto, primera mujer en gobernar un país musulmán llegó a la presidencia de Pakistán luego de que su padre fuera depuesto y ahorcado.

La lógica se cumplió en los casos de Corazón Aquino y Gloria Macapagal en Filipinas, Jaleda Zia y Hasina Wajed en Bangladesh, Megawati Sukarnoputri, hija Achmed Sukarno, primer presidente de Indonesia. En América Latina y el Caribe, Violeta Barrios, Mireya Moscoso y la norteamericana Janet Jagan siguieron ese camino.

El más notorio de los casos fue el de la India que estuvo a punto de elegir a Sonia Gandhi, una italiana como primer ministro, para desagraviar al ultimado Rajiv Gandhi, víctima del terrorismo.

Todas esas mujeres, tuvieron su propios meritos pero no caben dudas que, al elegirlas los pueblos, de la manera como pudieron, se las cobraron a la oligarquía. Ellas, por su parte actuaron sin complejo, siguieron la dirección que indicaron las masas, en general gobernaron aceptablemente y honraron a sus padres y esposos.

Michel Bachelet, la cuarta mujer latinoamericana que va a por la presidencia mediante las urnas, actuando con discreción, no ha permitido que el nombre de su padre figure como tema de su campaña, pero tal vez no pueda sustraerse a la tradición.

La memoria del general Alberto Bachelet, recordado como todo lo que no fueron y no son los generales chilenos: joven, deportista inteligente, amable, solicito y popular entre sus subalternos. Intelectualmente maduro y sobre todo simpatizante del Presidente Allende en cuyo gobierno ocupó el cargo de Director de la Secretaría Nacional de Distribución en el Ministerio de Economía.

Detenido el 11 de septiembre, el mismo día del Golpe de Estado, fue incomunicado durante meses, y al ser llevado a la Cárcel Pública de Santiago se le calificó como “prisioneros de guerra”. Durante su cautiverio fue sometido a brutales apremios y torturas.

En la cárcel ejerció el liderazgo entre los militares detenidos, debido más a su prestigio y su firme posición que a su grado militar. Por intermedio de su esposa estableció contactos con el exterior, siendo el primer militar en denunciar la represión ante instituciones nacionales e internacionales de derechos humanos.

El 11 de marzo de 1974, requerido por la Fiscalía de la Aviación fue llevado a declarar a la Academia de Guerra Aérea. Su corazón, resentido por varios infartos, no pudo soportar la sobrecarga. El 12 de marzo, un tercer ataque al corazón, que agravado por la lentitud con que fue auxiliado por las autoridades penitenciarías, le provocaron la muerte.

Ni siquiera la discreción de su hija, Michel Bachelet, médica pediatra y epidemióloga, madre de tres hijos, detenida junto a su madre en los días del golpe de estado, exiliada en Australia y Alemania. Militante de la Juventud Socialista y Ministra de Salud y Defensa, puede evitar que el recuerdo de su padre y de Salvador Allende, se erijan en magníficos adversarios de la ultraderecha, pinochetista y de la corriente conservadora impulsada por la elite empresarial, rabiosamente neoliberal.

En la primera vuelta, efectuada el domingo pasado, Bachelet alcanzó casi la mitad de los votos emitidos. Para ganar y acceder a la presidencia en la segunda vuelta, necesitara todos los votos de la izquierda y la movilización de los que se abstuvieron en la primera jornada.

Dondequiera que se dirija, Chile irá con su historia y con sus héroes. Los pueblos, con su proverbial sentido de justicia histórica saben identificarlos.

Después de los años de crímenes y represión de Pinochet y de humillaciones en la democracia tutelada, los chilenos tienen una oportunidad para frenar a la derecha, desagraviar a uno de sus hijos y llevar a la presidencia un nombre limpio.

Ojalá no la dejen pasar.