La mayoría de los israelíes apoyaba el derrocamiento de Sadam Husein. Todo el debate sobre las armas iraquíes de destrucción masiva no los ha afectado mucho, a ellos, a quienes Sadam obligó a ponerse máscaras de gas en dos ocasiones en la década del 90. Para los israelíes, Sadam Husein recordaba mucho al Hitler de los años 30 y la política francesa de apaciguamiento a la política de Vichy. Su caída libró a Israel de una amenaza.
No obstante, en cuanto al deseo mesiánico estadounidense de convertir a Irak en una democracia, los israelíes son más escépticos. En los últimos 20 años hemos presenciado un movimiento de democratización global, pero los Estados árabes han permanecido al margen de ello. Lo que está en discusión no es el Islam, sino el funcionamiento de las sociedades árabes, sin referencias democráticas. Además, ¿cómo crear una democracia en un país que no es una nación? Los árabes sunitas siempre han dominado a Irak y siguen luchando por consolidar su dominio. Las elecciones del 15 de diciembre no cambiarán nada de eso.
¿Acaso eso preocupa a Israel? Sí y no. Israel no quiere que un fracaso en Irak debilite a los Estados Unidos. Pero un Irak fragmentado en tres pequeños Estados o desgarrado por una guerra civil haría desaparecer por largo tiempo la amenaza que representó Sadam Husein. ¿Cuándo Estados Unidos comprenderá que en Irak no se puede construir una democracia a lo occidental?

Fuente
Los Angeles Times (Estados Unidos)

«Israel could live with a fractured, failed Iraq», por Shlomo Avineri, Los Angeles Times, 4 de diciembre de 2005.