Estados Unidos no deja de exhortar a que se respeten los derechos humanos y de llevar ante los tribunales a los países que ellos consideran violadores de dichos derechos. No obstante, todos los indicios confirman la mano rectora del gobierno de Bush en esas maniobras. Por otra parte, la reciente condena expresada por el Parlamento europeo, con el objetivo de llevar a cabo una investigación seria en el caso de las prisiones secretas de los Estados Unidos en Europa, prueba que los neoconservadores han cruzado el límite en este asunto.
En el Occidente «desarrollado», los derechos humanos son hasta tal punto sagrados que nada justifica su violación. Así, un extranjero que no respete una ley cualquiera –por ignorancia, por ejemplo– es objeto de un proceso judicial según la regla «nada justifica que se ignore la ley». Asimismo, según los regímenes occidentales, esas mismas reglas no deben ser adoptadas por los Estados «subdesarrollados». En ese contexto, Australia, por ejemplo, condenó al Estado de Singapur, uno de los que más respeta los derechos humanos en el mundo, cuando éste emitió la sentencia de pena capital contra un criminal australiano causante de la muerte de numerosos ciudadanos de Singapur.
Las señales del deterioro, e incluso del fracaso de la política exterior estadounidense adoptada por los neoconservadores y por su dictador Bush, se detectan en diversos actos y declaraciones, como los de la Srta. Condoleeza Rice, al pedir a los países europeos que no tocasen el tema de las cárceles secretas. Del mismo modo, la administración Bush trata de echar tierra, entre otros, sobre el escándalo vinculado a Donald Rumsfeld acerca de la publicación de artículos escritos por oficiales estadounidenses en los periódicos iraquíes, artículos destinados a mejorar la imagen de las fuerzas de ocupación en Irak.
Yo no he podido investigar ni preguntar a ninguno de nuestros amigos en la embajada estadounidense si en la historia norteamericana se ha dado el caso de destituir a algunos de sus presidentes debido a su incapacidad para gobernar el país. Este es uno de mis más acariciados deseos y es el momento ideal para que ocurra, sabiéndose que la reputación del actual ocupante de la Casa Blanca, Bush, el presidente piadoso, ha sufrido un deterioro extremo.

Fuente
Al Watan

«سياسة رعناء», por Ahmed Youssef Al Daiij, Al Watan, 4 de diciembre de 2005.