La explotación de los recursos pesqueros, en las últimas décadas, se ha intensificado, a tal nivel que la población marina ha sido reducida en porcentajes muy altos. Así lo determinó un estudio publicado por la revista Science.
La explotación de los recursos pesqueros, en las últimas décadas, se ha intensificado, a tal nivel que la población marina ha sido reducida en porcentajes muy altos. Así lo determinó un estudio publicado por la revista Science. Según este documento, la pesca masiva en el mundo ha dejado a los ecosistemas marinos completamente indefensos ante el peligro del cambio climático.
El poder avasallador y destructivo del hombre no descansa y continua a un ritmo frenético, dejando tras de sí una “huella ecológica”, que se ha incrementado dos veces y media desde 1961. El feroz impacto de la humanidad sobre la naturaleza tiene una de sus consecuencias en la crítica situación de los océanos.
De acuerdo con el estudio de Science, las especies de los mares se han agotado en una cruenta expoliación de la fauna marina. El informe, basado en datos de agencias estatales de Estados Unidos y Australia, indica además que en las zonas más afectadas por la sobreexplotación la variedad biológica ha descendido a la mitad desde 1950.
Pese a que a la investigación enfatiza la dramática situación de países como Japón, Australia e Indonesia, sus resultados son extensivos para todas las pesquerías del mundo. De hecho, en Chile se ha reducido la biomasa de la merluza en un 80% en los últimos años, producto del usufructo irracional de los recursos pesqueros consagrado por la Ley Corta de Pesca.
Actualmente, se discute en el Parlamento la Ley Larga, que debe necesariamente considerar un nuevo enfoque ecosistémico, para que la explotación pesquera no acabe de forma definitiva con la vida en los mares. Se deben prohibir artes nocivos de pesca, como el arrastre y prácticas devastadoras como el descarte y el subreporte.
A nivel mundial las pesquerías que presentan el mayor estado de deterioro son el atún, pez espada y marlin. En nuestro país, el mayor riesgo para la conservación está relacionado con la merluza del sur, el jurel y el bacalao de profundidad. El riesgo de extinción de estas especies es altísimo, lo que provocaría un grave descalabro en el ecosistema de los mares.
El grave trastorno ambiental de los océanos se vincula además con otros fenómenos que afectan a la naturaleza, pues los ecosistemas con menor cantidad de especies son más vulnerables a crisis medioambientales, como el calentamiento global.
El hombre perpetra incansablemente un atentado en serie contra la naturaleza, sin considerar que su propia existencia depende de la preservación del entorno natural.
Los males del desarrollo económico despiadado de los países ricos se extienden por el mundo, y los países pequeños, como Chile, reproducen un esquema que agota los ya escasos recursos naturales.
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