Con aproximadamente las nueve de la noche del día jueves 3 de noviembre de 2005. Me dispongo a encender la radio, y con la precisión de quien espera puntualmente, el dial se encuentra perfectamente en sintonía en amplitud modulada, con ciertas voces ya cotidianas para cierta audiencia, las cuales suponen discutir los grandes temas nacionales.

El Director del programa hace una pausa para dar lectura a una carta que la menor DANIELA ANDREA CADAVID de 11 años de edad, residente en el sector del Playón de los Comuneros de la ciudad de Medellín, le envía al señor Gerente de Empresas Públicas de Medellín, Doctor JUAN FELIPE GAVIRIA.

La lectura del texto de la carta desata en ráfagas de furia el sentimiento antipatriota que a menudo profeso cuando no encuentro fácticas razones para dar cuenta de ello al tenor de una canción, que sin pudor alguno a veces me convoca a sentirme orgulloso de ser un buen colombiano. Pero la patria no es una canción ni es tampoco un himno ni un escudo ni menos aun un trozo de tela tricolor. La patria somos todos, y si en nombre de ella todos pudiésemos vivir con dignidad, todos seremos sus fieles tributarios.

Mirando el futuro
Carlos Humberto Arango Botero

La Petición de la pequeña Daniela plantea su efímero sueño de que por los menos pueda tener luz eléctrica para los días 24 y 31 de diciembre, para así disfrutar los alumbrados navideños. Entre tanto, con entusiasmo avanza el proceso de instalación del alumbrado navideño que ha dispuesto las Empresas Públicas de Medellín para la ciudad por el módico valor de 3.500 millones de pesos.

El hogar de Daniela lleva cerca de dos años sin conexión de energía por falta de pago. Y no ha habido pago porque su madre, la señora MARÍA PATRICIA quien sostiene a Daniela y a sus dos hermanitos SARA y DANIEL de seis y cinco años respectivamente, no ha tenido con que pagarlos, y no ha tenido con que pagarlos porque se quedó sin el sustento diario de sus hijos, y se quedó sin tal sustento porque los perros rabiosos del espacio público que ejercen con esmerado entusiasmo su demencial idea de soberanía del espacio público en el centro de la ciudad, decretaron en nombre del “Estado de Derecho” que la señora MARÍA PATRICIA no puede allí ejercer su derecho al trabajo, ni siquiera en la forma precaria en que lo hacía con sus ventas ambulantes.

El grupo familiar de Daniela hace parte de los más de sesenta mil hogares que actualmente se encuentran desconectados de los servicios públicos domiciliarios en la ciudad de Medellín por falta de pago [1]. Al parecer, eso que aquí llaman empuje paisa no logró evitar que esas sesenta mil familias se quedaran sin poder disfrutar de los servicios públicos domiciliarios, constatando de ese modo la indolencia de la sociedad, del gobierno local, como también del ente autónomo frente a sus precarias condiciones de vida.

Se escuchan voces de una supuesta “solidaridad” con la familia de Daniela para lograr el paso de corriente por su casa; en efecto, como si fuera una subasta pública de máquinas de coser antiguas, alguien dice, «doy cincuenta», replica otro «pongo cien», uno más «dónde le firmo», y así sucesivamente hasta que por fin, se logra ahogar las penas decembrinas de Daniela y su familia, eso sí, en forma naturalmente transitoria, porque a nadie le interesa desde luego, resolver de fondo el problema de Daniela ni del resto de las familias que se encuentran en su misma situación.

Lo que se percibe con Daniela, sin duda, es un gesto de caridad y no un vínculo de solidaridad, porque la caridad es una forma de discriminación, pues sólo implica resolver bajo cierta idea de compasión, la necesidad inmediata de quien la recibe bajo la forma de limosna, pero el mensaje de fondo es uno solo: el problema es sólo suyo. La solidaridad es cosa muy distinta, es hacer propio o de todos el problema de unos cuantos, o como en la voz del Che, la ternura de los pueblos.

Salvo el hogar de Daniela, hoy el drama de desconexión continúa latente para el 99,99% que representa el resto de los demás. El alivio aquel será sólo por unos cuantos meses, mientras neutralizamos el impacto mediático que produjo la carta y también mientras la madre de Daniela consigue algún empleo en condiciones dignas y así pueda pagar las futuras cuentas de servicios que puntualmente llegan a su casa, porque de no hacerlo, sin duda, le cortaran de nuevo el chorro. Porque a la empresa más rentable y eficiente de América Latina el pago oportuno es lo que finalmente le interesa. Como constancia el dato: ya el corte se produce con dos cuentas sin pagar, no con tres como era antes.

Ahora bien, para entrar en onda con cierto rating, es axioma elemental plantear que las condiciones de vida de la familia de Daniela requieren de un cambio extremo, pero ningún medio radial o televisivo han dado aun cuenta de tal convocatoria, pues todo indica que ningún miembro del grupo familiar de Daniela registra el paso por ningún equipo del fútbol rentado, ni tampoco hay dato visible que acredite que ha posado en pasarela. De todos modos, las sospechas parecen indicar que para ese drama humano no hay reality que valga.

Empresas Públicas de Medellín, empresa industrial y comercial del Estado, propiedad del municipio de Medellín, que en términos caseros significa que es patrimonio de todos los habitantes de Medellín, obtuvo utilidades netas para el año dos mil cuatro de aproximadamente seiscientos mil millones de pesos. El presupuesto para el año 2005 es de 4 billones 200 mil millones de pesos, de los cuales el municipio recibe 316.467 millones para ejecutar programas de inversión social.

Cabe preguntarnos de este lado, si esas cifras de magnitud casi impronunciable, tendrán acaso la virtud de arrancarle una sonrisa a Daniela en las siguientes navidades? En medio de las carencias de Daniela, podrá ella saberse propietaria de una empresa que socava los más hondos cimientos de su propia dignidad?

Temo que no es así. Entre tanto, mientras la retórica oficial ensaya una respuesta, dejemos que esta tierna niña inteligente, disfrute del “gran homenaje” del cual ha sido objeto al lado de su madre por parte de un grupo de empleados filántropos de EPM, y es haberle realizado ese “gran sueño”, el poder pisar y recorrer con emoción los predios del gran Edificio Inteligente, no importa que también en forma inteligentemente dirigida, la amenaza del corte general ...continúe vigente.

[1Cifra suministrada por el propio Gerente de EPM, Dr. JUAN FELIPE GAVIRIA, en Caracol Radio, Jueves 3 de noviembre de 2005.