El Partido Nacional Democrático en el poder logró mantener la mayoría de las dos terceras partes en la Asamblea del Pueblo, pero fracasó a la primera prueba de su programa de reforma. ¿Utilizará el éxito logrado para reparar los errores o el proceso democrático? ¿Seguirá siendo un espejismo? No necesita de ningún otro partido para que se adopten sus leyes, pero ese éxito se obtuvo a un precio exorbitante: fraudes en las listas electorales, electores comprados o la participación en las elecciones de un partido ilegal (los Hermanos Musulmanes). Estas elecciones han sido las más violentas en la historia del país. Muchos colegios electorales parecían campos fortificados. Hubo 11 muertos y más de 1 000 heridos. Washington manifestó su preocupación sobre el hecho.
Durante la elección, los candidatos de los Hermanos Musulmanes no escondían su afiliación y obtuvieron cinco veces más votos que durante las elecciones anteriores. Los coptos y las mujeres están subrepresentados y el presidente tendría que utilizar las diez nominaciones que puede hacer al Parlamento para reequilibrar esas ausencias. Subsisten numerosas interrogantes sobre las alianzas que tuvieron lugar en la Asamblea. Los diputados fueron en gran medida renovados. El poder judicial, por su parte, está furioso del trato que se le dio y se escuchó a numerosos jueces anunciar su intención de boicotear el control de las próximas elecciones.
Hoy día, el principal problema es la ambigüedad del estatus de los Hermanos Musulmanes. El Partido Nacional Democrático no utilizó la opción legal de la cual disponía para impedirles que se presentaran. Sin dudas, esa es la prueba de que es posible que haya existido un acuerdo entre los dos partidos.

Fuente
Al-Ahram (Egipto)

«After the elections», por Mohamed Sid-Ahmed, Al Ahram, 14 de diciembre de 2005.